La tecnología que desarrolló el programa estadounidense Apolo fue en buena parte analógica y mecánica. La exposición «Nasa, la aventura en el espacio», en Madrid, muestra algunos de estos artilugios espaciales que parecen extraídos de la era industrial. Cohetes guiados por sistemas ópticos, anclajes de metal y reglas de cálculo analógicas permitieron alcanzar la Luna mucho antes de la revolución de los microchips.
El 20 de julio de 1969, pocos minutos antes de posarse sobre la Luna, el ordenador del módulo Eagle comenzó a pitar y a indicar enloquecidamente una «alarma 1202». El fallo, que puso en vilo a los astronautas y al control de Houston, se produjo por una acumulación imprevista de datos del radar que provocó una saturación del sistema. Afortunadamente, el software había sido diseñado para priorizar determinadas maniobras y el alunizaje se pudo completar con éxito.
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