No.
Ah, ¿Quieres detalles? Está bien.
Si lees habladurías anticientíficas, en algún punto la mayoría afirmarán que la ciencia está basada en la fe tanto como la religión. Por ejemplo, el horrible sitio de internet “Respuestas en Génesis” tiene esto que decir sobre la ciencia:
Mucho del problema surge de nuestros diferentes puntos de partida sobre nuestro origen con los Darwinistas. Todos, científicos o no, deben iniciar sus búsquedas del conocimiento con algun axioma incomprobable – alguna creencia a priori sobre la cual basan su experiencia y deducen verdades. Este punto de partida, cualquiera que sea, solo puede ser aceptado por fe; eventualmente, en cada sistema de creencias, debe haber un fundamento para el razonamiento que sea imposible de probar y pre-supuesto (ya que una regresión infinita es imposible).
Esto está completamente equivocado. Muestra (aunque no sorpresivamente) un entendimiento equivocado de cómo funciona la ciencia. La ciencia no está basada en la fe, y la razón es la siguiente.
El método científico hace una suposición, y sólo una: el Universo obedece una serie de reglas. Eso es todo. Por lo tanto, si el Universo sigue estas reglas, entonces podemos deducir cuáles son al observar cómo se comporta el Universo. Esto simplemente se da de manera natural; si obedece las reglas, entonces las reglas deben estar reveladas por su comportamiento.
Un ejemplo sencillo: vemos objetos que giran alrededor del Sol. El movimiento parece obedecer algunas reglas: las órbitas son secciones cónicas (elipses, circulos, parábolas, hipérbolas), los objetos se mueven más rápido cuando están más cerca del Sol, si se mueven demasiado rápido pudieran escapar para siempre de esa órbita.
De estas observaciones podemos aplicar ecuaciones matemáticas para describir esos movimientos, y luego usar esa misma matemática para predecir dónde estará cierto objeto en algún momento del futuro. ¿Adivina qué? Funciona. Funciona tan bien que podemos lanzar naves a esos objetos a miles de millones de kilómetros de distancia y dar justo en el blanco con impresionante puntería. Esto respalda nuestra conclusión de que los cálculos matemáticos son correctos. Lo cual implica que el Universo si está siguiendo una serie de reglas, y que podemos descifrarlas.
Claro que ese ejemplo es muy sencillo, y no es la intención que fuese completo, pero da una idea de cómo funciona esto. Ahora piensa en esto: la computadora en la cual estás leyendo esto se dió puramente por la ciencia. Los circuitos son el resultado final de décadas, siglos de exploración en cómo funciona la electricidad y la cómo se comportan las partículas cuánticas. El monitor es un triunfo de la ingeniería científica, ya sea CRT o un LCD plano. El ratón que usas para navegar puede usar un LED, o puede ser simplemente de bola. El teclado usa resortes, el internet inalámbrico usa tecnología de radio y las bocinas usa electromagnetismo.
Observa a tu alrededor. Carros, aviones, edificios, iPods, libros, ropa. Agricultura, plomería. Focos, aspiradoras, hornos. Todos estos son productos de la investigación científica. Si tu TV se descompone, puedes rezar para que espontáneamente vuelva a funcionar, pero yo le apostaría a la persona que estudió cómo arreglar esa televisión basado en los principios científicos y de ingeniería.
Todo el conocimiento que hemos acumulado a lo largo de miles de años se une en una armoniosa sinfonía de ciencia. No estamos adivinando: todo esto fue diseñado usando previo conocimiento desarrollado de manera científica a lo largo de siglos. Y funciona. Todo esto respalda la suposición subyacente de que el Universo obedece reglas las cuales podemos deducir.
¿Hay hoyos en este conocimiento? Claro. La ciencia no tiene todas las respuestas. Pero la ciencia tiene una herramienta, un poder que sus críticos parecen nunca entender.
La ciencia no es simplemente un conjunto de conocimiento. Es un método, una manera de encontrar este conocimiento. Observar, hipotetisar, predecir, observar, revisar. La ciencia es provisional; siempre está abierta a mejoras. La ciencia inclusive está sujeta a sí misma. Si el método mismo no funcionara, lo veríamos. Nuestras computadoras no funcionarían (tal vez no es el mejor ejemplo), nuestras naves espaciales no se levantarían del suelo, nuestros electrónicos no funcionarían, nuestra medicina no curaría. Sin embargo, todas estas cosas en realidad funcionan, y lo hacen espectacularmente bien. La ciencia es una revisión a sí misma, por lo cual es una manera increíblemente poderosa de entender la realidad.
Y es ahí donde la ciencia y la religión se dividen. La ciencia no está basada en la fe. La ciencia está basada en la evidencia. Tenemos evidencia de que funciona, muchísima, miles de millones de piezas individuales que encajan perfectamente en un gran rompecabezas que es la realidad. Esa es la diferencia crítica. La fe, a como es interpretada por la mayoría de las religiones, no está basada en la evidencia, y generalmente se adopta fuertemente inclusive a pesar de la evidencia en su contra. En muchos casos, la fe inclusive se refuerza cuando se encuentra evidencia contraria a ella.
Decir que tenemos que tomar la ciencia con fe es un entendimiento tan increíblemente erróneo de cómo funciona la ciencia que sólo podría ser expresado por alguien totalmente ignorante sobre como funciona la realidad.
La próxima vez que alguien intente decirte que la ciencia está tan basada en la fe como la religión, o que la evolución es una religión, envíalos aquí. Tal vez la evidencia de la ciencia los haga reconsiderar su postura. Tal vez no; es difícil razonar con alguien a salir de una posición a la cual llegaron sin usar la razón. Pero la próxima vez que ellos usen una computadora, tal vez la verán de manera más crítica, y se preguntarán si su funcionamiento es un milagro, o el resultado de mentes brillantes a lo largo de muchas generaciones que trabajaron duramente con el método científico.
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Enlaces relacionados:
– La ciencia y el método científico
Científicos británicos han creado un robot que, según consideran, es la primera máquina que de forma independiente puede hacer descubrimientos científicos, revela un informe divulgado por la revista Science. El robot se llama Adán y es un sistema informático diseñado por científicos del Consejo de Investigación Biotecnológica y Biológica del Reino Unido.
El investigador Ross King, quien dirigió la investigación en la Universidad de Aberystwyth (Gales), auguró que «en última instancia esperamos tener equipos de robots científicos y seres humanos trabajando codo con codo en los laboratorios».
Esperamos tener equipos de robots científicos y seres humanos trabajando codo con codo
Los científicos de Aberystwyth (Gales) y de la Universidad de Cambridge diseñaron a Adán para que realizara el proceso científico de manera automática sin intervención humana.
Las pruebas finales señalaron que el robot había determinado el proceso genómico de la levadura, un organismo que los científicos utilizan para estudiar sistemas biológicos más complejos. Los manuales científicos confirmaron que las hipótesis de Adán eran las correctas, según el informe, que añade que la creación de robots de este tipo será de enorme utilidad en el futuro.
«Debido a que los organismos biológicos son tan complejos es importante que los detalles de los experimentos sean registrados de manera puntillosa. Eso es difícil y tedioso para los científicos humanos», señaló.
El experimento
Los científicos «humanos» indicaron que con su inteligencia artificial Adán planteó la hipótesis de que la levadura codifica enzimas específicas que catalizan las reacciones bioquímicas en esa sustancia. Posteriormente, el robot creó experimentos para demostrar sus predicciones, realizó los experimentos, interpretó sus resultados y finalmente repitió el ciclo.
Adán es todavía un prototipo, pero el equipo científico cree que el siguiente robot (que por supuesto se llamará Eva), será un gran apoyo para los científicos que buscan nuevas medicinas para toda una serie de enfermedades. Entre ellas figuran la malaria y la esquistosomiasis, dos enfermedades que atacan las poblaciones en regiones tropicales y semi tropicales.
Para Ross, la clave del progreso científico de las próximas décadas está en la automatización que, según dijo, «fue la fuerza motriz del progreso en los siglos XIX y XX y es probable que así sea en el futuro».
Fuente: Tras el horizonte de sucesos
La España del euro y del siglo XXI sigue rigiéndose mejor por la superstición que por la ciencia, la cultura o los periódicos. Resulta paradójico que viviendo en una sociedad absolutamente dependiente de la ciencia y de la tecnología, estamos organizados de tal manera que muy pocos entienden de ciencia. Del cohete espacial en el que iba un astronauta español sólo sabemos que llevaban un chorizo y poco más. Y de las fotos de Marte, hay muchos que piensan que siguen siendo un truco de Televisión Española. No es extraño que se estime que más del 90 por ciento de los ciudadanos de nuestro país sea científicamente analfabeto. Carl Sagan decía que sin progreso científico no hay esperanza para crear riqueza para los ciudadanos, para mejorar nuestras vidas, ni para mantener nuestras libertades contra la tiranía. Los líderes de la mayoría de los países reconocen que la economía depende de la inversión en la educación y de la investigación científica basada en la curiosidad. Los gobiernos democráticos protegen tal curiosidad creativa defendiendo la libertad para investigar, para hablar, para votar, para publicar, para viajar. Y es que la curiosidad es el motor de la ciencia, la savia de la civilización actual.
En España, el programa de reformas europeo (conocido como Declaración de Lisboa) para desarrollar una sociedad basada en el conocimiento como única salida para activar la Europa del bienestar no se ha tomado en serio. Lo que se pedía en aquella declaración era que la conciencia colectiva apoyara un programa de comida, educación, vivienda, salud y trabajo para todos. Pero España tiene hoy más pobres, suspende en educación, la vivienda es más inaccesible que lo fue para nuestros padres, el sistema sanitario está en crisis y no hay ni habrá trabajo para todos. Como consecuencia, España tendrá que correr por lo menos dos veces más rápido en los próximos diez años para no convertirnos en una sociedad marginal como la de los mayas. Hacen falta algo más que declaraciones y buenas intenciones para que España ocupe el puesto que merece un país de 45 millones de habitantes y una de las quince economías más importantes del mundo. A la hora de fijar el camino hacia delante, lo primero es reconocer sin desgarros dónde estamos. La triste realidad es que no tenemos masa crítica en casi ninguna de las ramas de la ciencia, por lo que no es extraño que España sea uno de los países que menos ciencia crea de la Organización y Cooperación para el Desarrollo Económico.
En el caso concreto de Canarias, somos una de las regiones europeas de la cola en cuanto a producción científica de calidad. Son escasos los investigadores de Canarias que tienen una proyección internacional de reconocido prestigio. Si bien la docencia y la investigación son las funciones asignadas al profesorado universitario, llama poderosamente la atención que menos del 15 por ciento del profesorado de las dos Universidades canarias se dedica a actividades de investigación. Para la mayoría de ellos, la tesis doctoral fue o es el único capítulo de su historia científica. Tanto en las universidades como en los hospitales canarios, la actividad «científica» se concentra en escasas publicaciones en revistas internacionales, en la realización o supervisión de tesis doctorales o en comunicaciones a congresos científicos. Los folios de papel escrito se amontonan en los archivos, que, según Milán Kundera, «son más tristes que un cementerio, porque en ellos no entra nadie ni siquiera el Día de los Difuntos».
La experiencia demuestra que para hacer buena ciencia se necesita una planificación seria, suficiente dinero e instalaciones adecuadas y dotadas con los necesarios recursos humanos y materiales. Cuando desde muchos foros se pide que Canarias dedique el 0,7 % de su presupuesto para ayudar a los países más pobres, nadie pone el grito en el cielo porque el gobierno autónomo haya dedicado menos del 0,5 % de su presupuesto a financiar la investigación científica, técnica y aplicada en todos los campos de la ciencia, una cantidad equivalente a lo que costaría hacer menos de 5 kilómetros de autovía. Como mínimo, habría que multiplicar esa cifra por cinco. Y aunque pese decirlo, los descubrimientos importantes desde la II Guerra Mundial no han ocurrido en las Universidades.
El intelectual y el científico son figuras ridiculizadas en nuestra tierra. Todos los educadores, científicos, ingenieros y médicos tenemos la responsabilidad de reclamar las tres «C» (conocimiento, curiosidad por la ciencia, colaboración) para hacer de nuestra tierra y de nuestro país una sociedad más democrática y avanzada científica y tecnológicamente. Si nos mantenemos fuera de la corriente de la toma de decisiones y permitimos que los políticos y dirigentes sean los únicos que marquen el curso de la ciencia, no sólo la sociedad seguirá siendo científicamente analfabeta, sino que no nos encontraremos entre los seguidores del cambio ni entre los líderes. Nuestro futuro a largo plazo depende del entendimiento y apreciación que de la ciencia tengan nuestros ciudadanos. En la próxima generación necesitaremos no solo investigadores expertos en sus respectivas especialidades, sino también expertos en el papel que la ciencia tiene en la economía, en asuntos internacionales y en la política de nuestro país. Nuestra mayor amenaza no será entonces, el analfabetismo científico de la comunidad sino el analfabetismo político de nuestros investigadores. Buen día y hasta luego.
Jesús Villar en: El Diario de las Palmas
¿Suspenden los americanos en Ciencia? Una nueva revisión nacional comisionada por la Academia de Ciencias de California y conducido por Harris Interactive® revela que el público estadounidense es incapaz de pasar una prueba sencilla, básica sobre ciencia.
Hace pocos meses el gobierno de los EEUU ha asignado una inversión de varios miles de millones de dólares para intentar solventar la crisis económica que concierne al país.
Mientras que esta inversión servirá como medida a corto plazo para paliar los efectos de la crisis económica, todos los analistas están de acuerdo en que para salir de la crisis se debe cambiar hacia una mayor culturización de la población, es decir hacia un aumento de los conocimientos que la población posee. Uno de los campos en los que se debe aumentar es la Ciencia, por su importancia en la industria o desarrollo de tecnologías.
Esta encuesta revela que el nivel de alfabetización científica entre los americanos es realmente bajo, podríamos decir que son analfabetos científicos:
Sólo el 53% de los americanos sabe cuanto tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol.
Sólo el 59% de los americanos sabe que los humanos y los dinosaurios no convivieron.
Sólo el 47% de los americanos sabe el % de la Tierra cubierto de agua.
Sólo el 21% de los americanos fue capaz de contestar bien a estas 3 preguntas.
Por supuesto en otras preguntas un tanto mas complicadas la cosa empeora, por ejemplo, menos de un 1% de los americanos saben que % de agua dulce tenemos en el planeta (un 3% aprox.).
Pese a estos datos de analfabetismo científico los americanos valoran positivamente la ciencia. Aproximadamente el 80% creen que son fundamentales conocimientos científicos para la economía estadounidense, su sistema de salud o la imagen que dan al exterior.
Metodología: Encuesta telefónica entre un total de 1000 adultos, mayores de 18 años, realizada en Diciembre del 2008.
Texto original en inglés: http://www.calacademy.org/newsroom/releases/2009/scientific_literacy.php
Fuente: Ciencia al día
Un hombre joven, con estudios universitarios y que vive en una ciudad con más de un millón de habitantes. Este es el perfil de las personas que muestran un mayor interés por la ciencia y la tecnología, según la IV Encuesta Nacional de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología 2008 de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). El porcentaje de aquellos que aseguran no sentirse atraídos por la ciencia y la tecnología ha disminuido respecto a 2006, cuando se hizo la última encuestra, del 36,6% al 31,7%. El «no las entiendo» (33,6%) sigue siendo el principal motivo que justifica esa ausencia de interés.
El estudio refleja que los hombres (13,1%) muestran más del doble de interés que las mujeres (6,1%) por la ciencia y la tecnología. «La edad es fundamental. Los jóvenes de entre 15 y 24 años han nacido en un mundo con más interés por la ciencia», ha explicado el presidente de la FECYT, Juan Tomás Hernani, que ha agregado que este grupo poblacional es el «más enganchado» y que el interés decrece conforme uno se hace mayor.
Respecto a los temas que más valoran los ciudadanos, la ciencia y la tecnología ocupan la decimotercera posición, «una posición digna», según Hernani, por debajo del terrorismo y seguidas de los sucesos, los viajes y el turismo, la prensa rosa, la astrología, la vivienda o la inmigración. Por primera vez, la medicina y la salud encabezan esta lista de preocupaciones (35,2%), seguidas de los deportes, el empleo, la alimentación y el consumo, la economía y las empresas, la educación, el medio ambiente y la ecología, el arte y la cultura, la política, los temas sociales, el cine y los espectáculos.
En cuanto a la fuente de información científica que citan mayoritariamente los encuestados gana la televisión (82,3%), pero cuando se analizan las respuestas por segmentos de edad se aprecia la «gran presencia» de Internet en los jóvenes de entre 15 y 24 años (61,6%) y de entre 25 y 34 años (50,4%). Un gran porcentaje de consultados considera que la prensa, la televisión y la radio dedican una atención «insuficiente» a la información científica.
Mayores seguidores
Por comunidades autónomas, los catalanes (14,5%), madrileños (14,3%), vascos (13%), navarros (10,4%) y aragoneses (9,9%) son los que más interés muestran por la ciencia y la tecnología, mientras que Murcia (3%), Asturias (5,5%), Extremadura (5,7%), Andalucía (6,2%) y Castilla y León (6,2%) son las autonomías que menos.
Desde 2004 ha descendido en un 20% el número de personas que creen que su formación científica ha sido baja o muy baja (45,8 %) y aumenta el porcentaje de personas que consideran «normal» la educación científica y técnica recibida (45,4%).
Para el estudio, llevado a cabo por la empresa SIGMADOS, se han realizado 7.367 entrevistas en toda España.
Fuente: ElPais.com
Un campo de la ciencia poco conocido por el lector común es uno llamado Vida Artificial (no confundir con Inteligencia Artificial), en donde el objetivo es crear organismos 100% dentro del entorno de un computador, y que tales organismos ejerzan todas las funciones que fuera del computador calificaría como «vida».
Esta ciencia tiene al menos medio siglo de fundada (con antecedentes que pre-datan al siglo 20), y desde entonces muchos hitos importantes han sido logrados, desde el famoso «Game of Life» (juego de la vida) de los 1960s, hasta el video-juego Los Sims.
Sin embargo, hasta el momento todos los modelos de vida artificial tenían algún grado de pre-programabilidad inducida en ellos, o al menos algún objetivo a seguir, lo que hacía fácil crear algoritmos evolutivos que probaran millones de posibilidades hasta dar con la solución que resolvía el objetivo del entorno virtual en donde residían tales criaturas.
Eso es hasta hoy, en donde un equipo Alemán acaba de crear las primeras criaturas de Vida Artificial totalmente autónomas.
Estas criaturas lo único que conocen es el hecho de que tienen un cuerpo y que lo pueden mover, pero incluso ni se les ha programado a caminar o saltar, y sin embargo, al cabo de media hora ya muchas de estas criaturas descubren totalmente por su cuenta el arte del traslado en dos o cuatro piernas.
Mas asombroso aun, es que cuando a estas criaturas se acercan las unas a las otras, inician un intercambio totalmente inesperado, inclusivo en algunos casos hasta entran en una especie de pelea.
Algo interesante es que el «cerebro» de estas criaturas es un modelo simplificado en software del cerebro humano de lo llamado «red neuronal» en esta rama, y hay que entender que a tales cerebros no se les programa nada. Todo lo que estos seres hacen (como verín en el video) es algo que aprenden por sí solos, sin ningún científico o programador haberles dicho que caminen, o tan siquiera darles una razón para caminar.
Como dicen en el video que verían, estas nuevas formas de Vida Artificial funcionan como un bebé, el cual no sabe caminar pero empieza probando tipos de movimientos que se sienten natural a su cuerpo, eventualmente «entendiendo» que puede caminar.
Por ahora estas criaturas olvidan rápidamente lo que aprendieron, pero en la nueva generación del software los cieníficos ya están diseñando el concepto de «memoria a largo plazo», para que estas criaturas puedan recordarse de experiencias pasadas si tener que volver a aprenderlas.
Opinión: Estamos justo al borde de crear las primeras mentes artificiales, y esto es prueba de eso. Noten que aunque en este contexto lo que estas criaturas descubren es a moverse, que bajo un contexto y ambiente mas complicado (digamos, comida artificial para sobrevivir, materia prima que pueda ser utilizada para crear herramientas, etc) que seía posible que estas criaturas evolucionen hasta aprender a aprender (valga la redundancia), y a explorar su universo de una manera muy similar a como nuestros ancestros lo hicieron hace decena de miles de años acá en la Tierra.
Esto tambión ayuda a responder incógnitas milenarias como «¿qué es la vida?». Como podemos apreciar con estas criaturas, la vida no es necesariamente algo «biológico», sino que trasciende la naturaleza obvia que experimentamos, llegando a un plano puramente computacional.
Es decir, aun nosotros no pensemos de nosotros mismos como máquinas (debido al estereotipo que tenemos de que una máquina es algo «sin alma», «mecánico», «tonto»), lo cierto es que lo somos, y eso lo sabemos desde el primer día que descubrimos el mecanismo de ADN dentro de todos nosotros.
La única diferencia entre esas máquinas y nosotros, es que nosotros tenemos (por ahora) una ventaja evolutiva de millones de años que nos ha facilitado adaptarnos a nuestro ambiente actual. Sin embargo, a diferencia de nosotros, estas máquinas que por ahora pueden ser calificadas como tontas, tienen la gran ventaja de que no tienen cerebros estáticos como los nuestros, y que su paso evolutivo depende de los componentes electrónicos que creamos, que ya sabemos desde la día cada de los 1960 que duplica su poder cada 1 a 2 años (a diferencia de los humanos que hemos cambiado muy poco en los últimos 10000 años).
Fuente: Eliax
Presentación de TeacherTube, simple sin gráficas, pero con datos sorprendentes sobre el futuro. Quizá no se cumpla lo que indica, hay que ser escéptico y no hacer caso de cualquier información que surja en internet.
Pero como curiosidad, aquí está dicho vídeo: