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Encuentra el enlace directo de descarga de cualquier archivo

Es habitual que cuando llegamos a una web para descargar algo, simplemente pulsamos el botón “Descargar” y directamente comienza el proceso en nuestro navegador.

Bueno, en realidad eso es lo que suele ocurrir en páginas oficiales y fiables, mientras que en webs de dudosa legalidad tenemos que actuar como ninjas evitando tropecientosbotones falsos de Download, hasta que damos con el bueno.

FileChef te lleva al enlace directo de descarga

En cualquier caso, a lo que queremos llegar es que cuando pulsas el botón “Descargar”, la página automáticamente solicita el archivo y lo pone en tu cola de descargas. En la mayoría de ocasiones no sabemos de dónde viene ni dónde está alojado (aunque si utilizas un gestor de descargar, sí).

FileChef es un buscador que nos lleva a los enlaces directos de descarga de cualquier archivo en Internet. En realidad FileChef no es un buscador en sí mismo, sino que utiliza Google para mostrarnos los resultados.

Ampliar en: omicrono

Conferencia del abogado David Bravo en Tecnológica 14

Como lograr descargas anónimas a través de internet, frente a la ley Lasalle

Actualidad Informática. Como lograr descargas anónimas a través de internet, frente a la ley Lasalle. Rafael Barzanallana. UMU

Consideremos:

  1. La red Tor permite a los individuos navegar por internet de forma anónima, sin que su proveedor de servicios u otras entidades puedan ver de dónde viene, a dónde va y qué está haciendo por el camino. Instalarla en el ordenador de casa es sencillo y existen multitud de tutoriales que explican el proceso paso por paso.
  2. El protocolo BitTorrent permite también el uso de cifrado en las comunicaciones.
  3. En este mismo protocolo existen las magnet URI, que no dependen de un tracker centralizado para su funcionamiento. The Pirate Bay, sin ir más lejos, dejó de alojar la mayoría de sus archivos .torrent para pasar a ofrecer este tipo de enlaces distribuidos.

Aquí tienen la dirección en la red Tor de The Pirate Bay, por ejemplo:http://jntlesnev5o7zysa.onion/. Si no tienen instalado este sistema en su equipo no podrán acceder a ella, pero créanme, está ahí. Pueden hacer búsquedas y encontrar la magnet de lo que quieran bajarse. Con un cliente como rtorrent pueden descargarse el contenido empleando cifrado (ya sin usar la red Tor, que es una salvajada) para que su tráfico pase desapercibido. Resultado: se han bajado lo que han querido y nadie se ha enterado de nada.

El gobierno puede aprobar multitud de leyes con el objetivo de impedir las descargasilegales (como le gusta escribir a cierta prensa), pero existen multitud de medios técnicos que permiten saltarse esas hipotéticas prohibiciones, bloqueos y supervisión (por utilizar un término light) de las comunicaciones. Allí donde haya un usuario que quiera realizar una descarga, habrá una descarga. Desde este punto de vista, diría que para la industria es más beneficioso retornar al vinilo que hacer lobby.

Ampliar en:  Las penas del Agente Smith

Bajo licencia Creative Commons

Extensión que descarga contenidos a Google Drive

Actualidad Informática. Extensión que descarga contenidos a Google Drive. Rafael Barzanallana. UMU

Si usamos Google Chrome y queremos simplificar el proceso de descarga de algunos contenidos (descargarlos en nuestro ordenador para indicar que se almacenen en la carpeta de Google Drive o tener que moverlos desde la carpeta de descargas a la de Drive) recurrir a la extensión Save to Drive quizás pueda servirnos de mucha ayuda.

Con esta extensión podremos almacenar directamente en Google Drive imágenes, audio y vídeo en HTML5 (en flash no está soportado) y enlaces que vayamos encontrando por la red. De la misma forma que posicionaríamos el puntero del ratón sobre una imagen y pulsaríamos el botón derecho para activar el menú y seleccionar “guardar imagen como”, por ejemplo, si tenemos instalada esta extensión observaremos una nueva entrada en el menú denominada “Guardar imagen en Google Drive” que, directamente, la almacenará en el raíz de nuestro espacio de almacenamiento en Google.

Algo parecido también podremos hacer con los enlaces que encontremos aunque, en el caso de un enlace a una página, la extensión almacena el código HTML del destino, sin embargo, si nos encontramos cualquier enlace de descarga (un documento PDF, un archivo comprimido, etc) sí que se almacena directamente en Google Drive.

La extensión no requiere configuración alguna y aunque pudiese parecer un aspecto favorable, no hay opción a definir una carpeta destino de las descargas y todo se deja en el raíz, por lo que tendremos que ir ordenando los archivos de manera manual.

Fuente: bitelia

Tiempos modernos

Hace unos días, el director Jorge Iglesias se quejaba de la situación actual de las descargas de Internet en una carta (email). Jorge Iglesias muestra su inquietud ante los cambios que se están produciendo en el negocio de la música y del cine y culpa de esa crisis, imparable en su opinión, a las copias que se hacen a través de las redes P2P.

Como respuesta a la carta de Jorge Iglesias, David Bravo escribió la siguiente carta que os voy a poner a continuación mostrando su punto de vista.

Jorge Iglesias envió esa carta por email a David Muñoz y David Bravo le envió la suya a modo de respuesta a la de Jorge Iglesias.

La carta es realmente buena y aclarará las ideas a todo aquel que no las tenga aún bien claras. Es de lectura recomendable, obligada en mi opinión, saquen unos minutos y leanla porque merece la pena :)

Creo que el debate está mal enfocado. La realidad es que las descargas de Internet existen y que las realizan millones de personas en todo el mundo. La realidad es, también, que dentro de muy poco tiempo (y cuando digo poco, quiero decir meses) saldrán programas que harán absolutamente imposible lo que hoy ya es muy difícil: perseguir y frenar la descarga masiva de obras intelectuales a través de Internet. Ese es el panorama actual y todos los debates que giren en torno a que está muy mal o que está muy bien no cambiarán ese hecho. La persecución legal de los usuarios, independientemente de lo deleznable que nos pueda parecer a muchos o de lo justa que sea para otros, es, y sobre eso parece que todas las partes están de acuerdo, ineficaz.

Ante esa situación sólo cabe la aceptación del momento tecnológico en el que vivimos, del uso que los ciudadanos hacen de esa tecnología y de la necesaria adaptación de la industria a esa nueva realidad que les ha tocado vivir.

Esa adaptación es tan necesaria como lo fue para los que trasportaban el hielo en vigas cuando apareció el frigorífico, como lo fue la de los conductores de coches de caballos cuando apareció el coche de motor o como lo fue la de los trabajadores de los telares manuales cuando se inventaron los telares mecánicos. La molestia y desconcierto de todos ellos ante los nuevos avances tecnológicos es tan comprensible como inútil.

La propia industria del disco nace asesinando trabajos. Antes de ella, solo podía accederse a la música oyéndola en vivo. Tan importante era este tipo de comunicación pública que en su momento era el núcleo fundamental de las leyes de Propiedad Intelectual. Nuestra ley de 10 de Enero de 1879 le dedicaba una sección de siete artículos a las obras dramáticas y musicales y el Reglamento de 3 de septiembre de 1880, que la desarrollaba, dedicaba uno de los dos títulos que lo componían a los teatros y a las obras dramático musicales.
Ese núcleo fundamental de la propiedad intelectual que era la comunicación pública en vivo, cambió cuando se popularizó el gramófono que llevaba la música de los teatros a los hogares. Probablemente, los dueños de un negocio montado sobre la base ayer firme del directo, vieron en esta industria incipiente algo muy parecido a un pirata que ponía en la calle a miles de trabajadores honrados que se dedicaban a organizar espectáculos y que ahora quedaban relegados a un segundo plano. Los negocios y los pilares mismos de la propiedad intelectual tuvieron que cambiarse por completo y adaptarse a la nueva realidad que supuso el nacimiento y consolidación de la industria discográfica.
La industria discográfica y cinematográfica lleva décadas oponiéndose a los nuevos avances tecnológicos que la obligan a cambiar su modelo de negocio tal y como ellos habían hecho con el modelo de negocio de los dueños de los teatros. El “monstruo de Internet” ha tenido muchas caras a lo largo de la historia y, para algunos, la primera de todas ellas fue la de la misma industria discográfica.
Ese monstruo ya estuvo encarnado en 1908 por un nuevo invento que consistía en un sistema de cartuchos perforados que mediante un determinado dispositivo tocaba música automáticamente. La editora musical White—Smith demandó a Apollo Co, responsable de esta nueva amenaza que acabaría con la música y que, en aquel momento, rompía las reglas del juego.
Poco después, en los años 20, los intérpretes de vaudeville iniciaron acciones legales contra Marconi por inventar otro monstruo: la radio.
En la década siguiente, los 30, se inventó la radio FM. Las discográficas, que habían hecho todo tipo de inversiones en la AM, iniciaron fortísimas medidas de presión que terminaron con Amstrong, inventor de la radio FM, saltando desde el piso trece de un edificio. Pese a todo, la radio FM siguió finalmente su camino dominando las ondas.
En la década de los 40 el nuevo enemigo se llamó “televisión” y los estudios de cine la trataban con el mismo temor y menosprecio con el que hoy se refieren a Internet. Seguramente la discusión sobre si se valoraría el cine al poder verlo gratis desde el sofá de tu casa, ya empezó en esos años.
A finales de los 50 las editoriales cargaron contra las primeras fotocopiadoras que permitían copias masivas de sus productos.
Cuando en los años 70 comenzó a generalizarse la práctica de la copia de casetes, la industria hizo todo lo posible por frenar tan peligrosa costumbre. A los que hoy seguimos de cerca la persecución de las copias hechas desde Internet, la campaña que se hizo para frenar a las de casete nos resulta familiar. En ella se incluían dos tibias cruzadas y un sucinto mensaje: “Las grabaciones caseras están matando la música”.
En los 80, la industria del cine se opuso judicialmente a la aparición del vídeo casero alegando que estrangularía, en palabras del presidente de la MPAA, a toda la industria. El abogado de una multinacional dijo al Tribunal Supremo que los vídeos “constituían una industria de mil millones de dólares basada en la apropiación de la propiedad de otra persona”. Sony, inventor de ese nuevo monstruo, ganó en el Supremo y el vídeo casero siguió su camino. El mismo camino en el que Sony, ahora muy introducida en el negocio de los contenidos, se interpone cuando se habla de Internet. Hoy en día la venta de cintas y de DVD es el negocio más rentable de la industria cinematográfica, suponiendo el 63% de sus ingresos.
Echando la vista atrás, parece absurdo que alguien pudiera oponerse a inventos que, hoy en día, son de uso absolutamente cotidiano, como, muy probablemente, se verá dentro de una década la actual batalla por las descargas de la Red.
Hay otro denominador común: en todos los casos descritos la industria no tuvo otro remedio que adaptarse a los nuevos tiempos. Eso mismo debe hacer ahora si quiere sobrevivir.
Ya se están dando pasos en ese sentido. La industria sabe bien que la única forma de ganar la batalla es, precisamente, no batallando e intentando subirse al carro. Teddy Bautista, que no es precisamente sospechoso de estar muy de acuerdo con mis tesis, ha dicho que “contra la piratería en la Red es imposible luchar, ya que se extiende como una mancha de aceite y lo que debemos hacer es tratar de adaptar la industria discográfica a esa realidad”.

No se trata de que se trabaje gratis, sino que ahora ese trabajo se habrá de ver remunerado, forzosamente, de otra manera y por otras vías que no pueden ser ya las mismas que hace años. No es que se exija un cambio de modelo de negocio, como algunos han creído, sino que simplemente se señala que o se hace o, lamentablemente, muchos se quedarán en el camino. Que ya no estamos en los años 80, no lo decimos nosotros, lo dice el calendario.
Cierto es, como bien dice Jorge Iglesias, que para que exista un modelo de negocio es necesario que exista gente que pague. Pero ese pago puede hacerse de diversas maneras y no tiene por qué ser por el acceso directo al contenido. Si se invirtiera el mismo dinero y tiempo en buscar y aplicar vías alternativas de remuneración en lugar de intentar parar el agua que atraviesa una canasta de baloncesto, se avanzaría más. Schlachter, en su libro The Intellectual Property Renaissance in Cyberspace. Why Copyright Law Could Be Unimportant on the Internet, señaló hasta nueve vías distintas de remuneración de artistas, autores y productores. Estas vías, algunas sólo aplicables al software, no son la venta directa del producto, sino vías indirectas como “la publicidad, la esponsorización, las ventas a prueba, la venta de actualizaciones, la venta de tecnología complementaria que haga posible el disfrute de las obras, la venta de objetos físicos relacionados con las obras, la prestación de servicios técnicos de reparación y apoyo, la compra y venta de información sobre las preferencias de los consumidores y la formación de grupos consumidores potenciales con una fuerte identidad”.
William Fisher, profesor de Harvard, plantea otro modo de remuneración para las descargas. Tal y como lo enuncia Lawrence Lessing en Free Culture: “Fisher sugiere una forma muy ingeniosa para esquivar el callejón sin salida en el que halla Internet. De acuerdo con su plan, todos los contenidos susceptibles de transmitirse digitalmente serían (1) marcados con una huella digital (no importa lo fácil que es evitar estas marcas; ya veremos que no hay incentivos para hacerlo). Una vez que los contenidos han sido marcados, los empresarios desarrollarán (2) sistemas que controlen cuántos ejemplares de cada contenido se distribuyeron. A partir de estos números, (3) después se compensará a los artistas. La compensación sería pagada por un (4) impuesto al efecto […] La propuesta de Fisher es muy similar a la propuesta de Richard Stallman para DAT. A diferencia de la de Fisher, la propuesta de Stallman es pagar a los artistas de un modo directamente proporcional, aunque los artistas más populares recibirían más que los menos populares. Como es típico en Stallman, su propuesta se adelanta al debate actual en algo así como una década”.
Según el libro El Derecho de Autor en Internet, Warner Bros mantuvo un sitio web desde el que se podía acceder gratuitamente a obras en formato DVD dejando la posibilidad de pagar una suscripción a cambio de recibir servicios de valor añadido como entrevistas o imágenes del rodaje. El acceso gratuito se presenta así no solo como compatible con el acceso de pago, sino incluso como su promotor.
El cambio de modelo se está iniciando de manera tímida. A finales de 2005, el sello discográfico Faktoría D empezó a distribuir discos en Madrid y Barcelona que no tenían ningún coste para el comprador. La forma de financiarse y conseguir beneficios era que el libreto de los CDs tenía publicidad inserta en sus páginas.
Esta vez no es una discográfica independiente, sino que es Universal Music, la discográfica más grande del mundo, la que en Agosto de este año anunció que pondría a disposición del público todo su catálogo gratis en Internet. Su financiación vendría igualmente por medio de la publicidad. Poco después de esta noticia, EMI anunció que haría lo mismo que Universal y pondría igualmente todo su catálogo gratis en Internet. Hay que tener en cuenta que entre estas dos discográficas se reparten casi la mitad del mercado discográfico de todo el mundo.
La fórmula de Universal y EMI no es novedosa sino que sigue la estrategia de Disney y ABC que, al ver que los episodios de sus series de más éxito se intercambiaban al poco tiempo en Internet, decidieron ponerlas ellos mismos en la Red con interrupciones publicitarias. A la mañana siguiente de su emisión en televisión, los propios titulares de los derechos ponen gratis en Internet series como Perdidos y Mujeres Desesperadas.

Es indiscutible que cada cual puede opinar lo que quiera sobre este asunto. La industria puede pensar que las descargas están mal o que no deberían poder hacerse. Pero si mientras se quejan por algo que ya es inamovible intentan reformar su negocio, tanto mejor para ellos.

La carta también podéis encontrarla en el blog de David Bravo.

Autor: David Bravo

Fuente: http://www.filmica.com

El 43% de los ficheros ofrecidos en portales de descarga incorporan virus de regalo

La investigación fue conducida por IDC y tomo como base a 98 portales
reconocidos por su audiencia, sin embargo los resultados fueron tan
desesperanzadores como en el caso de los buscadores.

El 43% de programas ofrecidos en portales de descarga incorporaban desde caballos de Troya a spyware.

La diferencia es, sin embargo, abismal cuando comparamos los resultados
obtenidos en un portal de descargas o sitios de enlaces a redes P2P o
de «cracks» para programas. En el primer caso solamente el 13%
contienen códigos maliciosos, en el segundo el porcentaje puede
alcanzar hasta el 59% de los programas y en el tercero un 73%.

En el caso de «llaves piratas» para franquear la protección de los
programas en el 59% de los casos incorporaban códigos maliciosos o
directamente virus.

El estudio también destaca que el 25% de los CDs piratas que se venden
online no funcionan y que más de 33% de las llaves de desbloqueo de
programas que pueden encontrarse son inválidas por haber sido robadas o
clonadas de programas que ya están siendo ejecutados.

Nota de la redacción: Imágen del sitio Keygen.us, uno de los portales
más conocidos para descargar llaves piratas y cracks incluye en muchas de sus páginas códigos javascript que descargan automáticamente códigos maliciosos aprovechando las vulnerabilidades de los navegadores.

Fuente: Noticiasdot.com

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