Rusia y China han sido acusadas de espionaje internacional. Al contrario de la NSA, lo habrían hecho modificando diferentes objetos: teteras y planchas con chips maliciosos y memorias USB infectadas con un troyano.
Tal y como publicaba el periódico de San Petersburgo Rosbalt, se acusa a China de camuflar chips maliciosos en teteras y planchas, los cuales se conectarían a redes inalámbricas sin seguridad. Este tipo de chips (algunos con micrófono) se han encontrado en otras ocasiones en teléfonos móviles o en cámaras incluidas en vehículos.
Por si fuera poco, Estados Unidos recientemente acusó a Rusia de haber repartido una serie de memorias USB infectadas durante la cumbre del G20 celebrada en San Petersburgo. Este cruce de recriminaciones entre ambos países parece el típico juego de «…y tú más», acusándose unos a otros de las mismas prácticas.
Por su parte, el gobierno de Vladimir Putin, ha negado esta información y acusa a Estados Unidos de intentar «desviar la atención» sobre el escándalo destapado por Edward Snowden, el cual está actualmente refugiado en territorio ruso. Aunque este tipo de espionaje no es ninguna novedad, sigue arrojando leña al fuego y dando mayor perspectiva del mundo vigilado en el que vivimos. Planchar la ropa no creo que sea una actividad agradable, pero por lo menos no implique estar vigilado por gobiernos extranjeros.
Fuente: ALT1040
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Se trata de un estudio realizado durante los últimos años por un equipo de científicos de la Universidad de San Diego y que publica el Daily Mail. Los investigadores, con Hovav Shachman a la cabeza, claman contra las prácticas utilizadas, explicando como la vida en Internet es “fundamentalmente una violación diaria de la privacidad”. Básicamente, nos encontramos ante una evidencia más de lo que ya sabíamos, las empresas utilizan diferentes métodos de rastreo con el fin de conseguir nuestros datos de visitas y ser más certeros con la publicidad que se envía.
Lo que resulta sorprendente de este estudio es que se trata de la primera evidencia pública de estas prácticas. Hasta ahora éramos conscientes de ellas y los expertos en seguridad sabían durante décadas sobre estas prácticas de espionaje. Son decenas de sitios web recolectados como listas de alojamientos a los que acudimos, utilizadas en la mayoría de los casos con un objetivo publicitario. La mayoría no corrían riesgos, aunque sí formaban parte de un listado de perfiles (los usuarios) sobre nuestros movimientos.
El Estudio
La investigación se basó en el análisis de la técnica que utilizan las empresas para el seguimiento en red, algo así como ‘Rastreo del historial’ (History Sniffing) y es el resultado de la interacción entre navegadores y sitios web y el registro que queda en cada visita. A través de unas pocas líneas de código de programación queda determinado el rastreo.
Tras el estudio quedó determinado que hasta 46 sitios en los que se trató de hacer un rastreo del historial de navegación a través de la técnica History Sniffing, en alguna ocasión con códigos de seguimiento propios de las compañías. Casi la mitad utilizaron Interclick, empresa de selección de beneficiarios, utilizando el código de ésta para el seguimiento.
Interclick, por si acaso, ha explicado que el seguimiento duró 8 meses hasta octubre, momento en el cual se puso fin a la técnica por el poco éxito que tuvo entre los anunciantes. Además, asegura que no se guardó el historial una vez finalizada la práctica, aunque sí se realizó sin consentimiento de los sitios.
Estas prácticas arrojaban también el papel fundamental de los navegadores para evitar el espionaje de nuestros datos. Hace una semana os comentábamos de la importancia y objeto de estudio en Estados Unidos ante tales acciones, donde la Comisión Federal del Comercio estudiaba añadir nuevas herramientas de “no rastreo” con Firefox a la cabeza de la investigación.
Chrome y Safari disfrutan actualmente de una protección automática contra esta “vigilancia”. Firefox estudia implantar próximamente un nuevo nivel para defendernos de ellas y Explorer permite un modo de navegación privado que impide el registro del historial, aunque como contrapartida perdemos la fluidez de las visitas anteriores.
En cualquier caso, el estudio revela a ciencia cierta las prácticas actuales y pone de relieve la importancia, al menos, de saber lo que ocurre cuando navegamos, a donde van a parar todos los datos. Que el propio usuario sea el que puede poner los límites actuales sobre sus registros debería ser el mínimo que le pedimos a la propia web. Los navegadores hacen bien en actualizarse y conferirnos mayor seguridad y opciones, de nuestra parte queda utilizarlos.
Vía: Daily Mail
Fuente: Bitelia
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