El catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad del País Vasco (UPV) y director de la Unidad de Biofísica CSIC-UPV, Félix M. Goñi, explicó que la publicación de los resultados de una investigación en una revista científica de prestigio «son una garantía» para evitar el fraude, y recomendó a los medios de comunicación «no creer a aquellos científicos que ofrezcan ruedas de prensa antes de publicar sus resultados».
Goñiz, quien hoy ofreció una charla sobre ‘El fraude científico: cómo, cuánto y por qué’ en la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia (UMU), indicó a Europa Press que la «regla de oro» para sacar una información científica en un medio de comunicación es comprobar «si la revistas buenas publican lo que dice».
Goñiz, quien también es académico correspondiente de la Academia de las Ciencias de la Región de Murcia, destacó, no obstante, que las revistas de prestigio «pueden tener errores porque también son objeto de fraude, pero el 99 por ciento de las veces, sus informaciones van a ser correctas».
«Cuando te pueden engañar es cuando un científico da una rueda de prensa», según Goñiz, quien estimó que «eso es una mala señal y no hay que creerle». «Si el descubrimiento es tan importante, debe publicarlo antes en una revista buena y luego dar una rueda de prensa para sacarla en un periódico», aseveró.
A su juicio, el «gran sistema» de control de la ciencia «es el sistema de evaluación por pares de las revistas científicas», por el que un artículo enviado a una revista «es evaluado por científicos del mismo nivel de cualquier país del mundo, sin conocer sus nombres: una vez que pasan el filtro, son raros los fraudes», ratificó.
Goñiz explicó que el fraude científico «es muy especial porque no se comete por dinero, sino por afán de notoriedad, y es muy difícil y tiene poco éxito porque es como hacer una falsificación de un cuadro».
Si el fraude se comete en un tema que no interesa a nadie y es publicado en una revista de cuarta fila «no pasa nada, pero si el tema es interesante y se publica en una revista distinguida, entonces va a haber un montón de laboratorios en todo el mundo que lo van a intentar repetir para comprobarlo», precisó.
Si el experimento no da resultado y el científico responsable «no es capaz de dar una explicación, es muy mala señal», según Goñiz, quien consideró, no obstante, que el fraude científico importante «no dura, a pesar de lo cual, sigue habiendo gente que lo practica: se descubre más pronto que tarde».
Las investigaciones de cuarta fila «son de poco interés y no llaman la atención de la gente, por lo que el fraude permanece, pero es como si estuvieran falsificando cuadros de las tiendas de los chinos de tres euros», según este experto.
En realidad, Goñiz destacó que el principal daño que provoca el defraudador científico es «crear un ambiente de desconfianza en la sociedad, que es lo más grave porque trabajamos con dinero público, y nos basamos en la confianza de la sociedad, y se transmite la imagen equivocada de que el fraude es frecuente».
El fraude «ocurre de vez en cuando, pero se descubre y los culpables son castigados, no formalmente, que a lo mejor también lo son, sino porque pierden su credibilidad y sufren un menoscabo en su reputación, por lo que no vuelve a publicar en su vida».
Goñiz recordó que «algunos casos han tenido una gran influencia en la sociedad, como Cyril Burt, que era el psicólogo más importante de Inglaterra cuando murió en los años 70, y se había hecho famoso demostrando que la inteligencia es hereditaria, utilizando parejas de gemelos univitelinos que se habían separado al nacer, y que tenían una coincidencia maravillosa en sus coeficientes intelectuales».
Este resultado «generó la idea de que básicamente no merece la pena educar a los pobres, porque está en sus genes que son tontos», explicó Goñiz. No obstante, «luego se demostró que era una falsificación, después se supo porque descuidó sus cuadernos».
Asimismo, indicó que «hay ejemplos más grotescos y recientes cuando, hace unos años, dijeron haber descubierto unas inscripciones cerca de Vitoria (País Vasco) de la época de Jesucristo en vasco, era grotesco pero su autor, todavía dice que es correcto».
Además, en enero, un bioquímico original de la India pero que trabaja en Estados Unidos «había publicado diez estructuras de proteínas de rayos x que estaban falsificadas: se había inventado las estructuras».
Fuente: lainformacion.com
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