Científicos de la Universidad de Maryland han logrado crear el primer ordenador cuántico programable, una característica que no se había conseguido hasta la fecha. El dispositivo, que emplea cinco bits cuánticos o qubits, podría ser escalado hasta alcanzar dimensiones más grandes, según explican los investigadores en un trabajo publicado en Nature, aunque esta posibilidad no ha sido demostrada todavía.
El equipo desarrollado por Shantanu Debnath se basa en una de las arquitecturas cuánticas más antiguas, que fue ideada en 1995 gracias a los trabajos del físico español Juan Ignacio Cirac y el austriaco Peter Zoller. Los bits cuánticos se almacenan en iones atómicos individuales que se encuentran «atrapados» en línea gracias al uso de campos magnéticos y potentes láseres. Los iones se comportan como un pequeño cristal, de manera que se pueden controlar las vibraciones de forma precisa y así provocar que los iones queden entrelazados.
Este entrelazamiento permite el funcionamiento del ordenador cuántico, un dispositivo que, en palabras de Cirac: «resuelve los mismos problemas que los ordenadores usuales, lo que pasa que mucho más rápido». En lugar de utilizar las reglas de los computadores habituales, como ceros y unos, puertas lógicas o combinación de puertas lógicas, funcionan con las normas de la física cuántica. Esto les permite trabajar a mayor velocidad y, sobre todo, resolver problemas con una gran eficiencia. El reto, según explicó Cirac a Hipertextual, es que no existe todavía un ordenador cuántico real, sino que sólo contamos con pequeños prototipos.
Noticia completa en: Ordenador cuántico
El físico Juan Ignacio Cirac (Manresa, 1965) forma parte de esa brillante saga de científicos empeñados en completar el guion del universo. Su problema es que en esta ambiciosa superproducción cuántica, a diferencia de otras ciencias que tratan de abrir camino hacia el futuro, el tiempo de la historia deviene hacia el pasado más remoto. Como Christopher Nolan en la película Memento, los físicos están reconstruyendo a ciegas un argumento que en este caso dura trece mil millones de años. Y nadie está seguro de que se pueda llegar a conocer el principio de la mayor historia jamás contada, el Big Bang, el punto exacto en que la física cuántica más sólida se torna volátil metafísica, la pregunta ante la cual el ser humano se encoge todavía de hombros, el lugar donde habita el olvido que cantan los poetas.
Lo expresaba muy bien Max Planck, el científico alemán que da nombre al instituto tecnológico cuya división teórica dirige Cirac desde 2001. «La ciencia es incapaz de resolver los últimos misterios de la naturaleza, porque en el último análisis nosotros mismos somos parte de la naturaleza, es decir, del misterio que tratamos de resolver». A la espera de las sorpresas que pueda deparar el estudio de la materia oscura, la gran desconocida en la ecuación del universo, el hallazgo del bosón de Higgs representa, hasta la fecha, el mayor acercamiento a la comprensión del origen de todo.
No obstante, la física cuántica se ocupa también de asuntos terrenales. Uno de ellos la computación cuántica, disciplina en la que Juan Ignacio Cirac ha destacado en las últimas dos décadas hasta el punto de postularse como ganador del Nobel de Física, sobre todo después de haber obtenido este año el premio Wolf, antesala de los premios de la academia sueca.
Desde que el español demostró la posibilidad teórica de construir ordenadores cuánticos, en el mundo se ha iniciado uno de los procesos de transferencia tecnológica más relevantes de nuestro tiempo, el camino hacia la segunda revolución cuántica de la historia, una carrera donde está en juego el dominio de las comunicaciones y la industria informática del futuro. El científico acaba de visitar Madrid para participar como jurado, en la categoría de ciencias básicas, en los premios Fronteras del Conocimiento, de la Fundación BBVA, y esta vez concede a Teknautas su única entrevista en España antes de regresar a Alemania.
P.: Muchos científicos prestigiosos, desde Einstein a Max Planck, han recurrido a símiles donde aparece Dios para explicar los límites de la ciencia. ¿Tiene la física, en último extremo, algo de místico?
R.: La ciencia no tiene nada que ver con lo místico, son dos cosas completamente separadas. Otra cosa distinta es que algunas religiones tienen ideas equivocadas bajo los ojos de la ciencia, y entonces la ciencia lo dice. Por ejemplo, hace trescientos años se pensaba que la Tierra, el universo incluso, tenía seis mil años. Hoy sabemos que tiene muchos más: trece mil millones. La ciencia nos va abriendo los ojos, pero eso no quiere decir ni que exista Dios ni que deje de existir, ni que sea de una manera o de otra.
cocinas las palmas
crematorio animales
reformas integrales zaragoza
servicios de tutorias
viajes a india y nepal
El Premio Wolf, para muchos, es la antesala al Premio Nobel. Juan Ignacio Cirac (Max Planck Institute for Quantum Optics, Munich, Germany) y Peter Zoller (Innsbruck University, Austria) han ganado el Premio Wolf en Física de 2013 por sus “revolucionarias contribuciones teóricas al procesado de información cuántica, la óptica cuántica y la física de gases cuánticos.” Cada uno de los premiados recibirá 50000 dólares cuando el premio sea presentado en el Parlamento de Israel en Mayo. Las contribuciones de Cirac y Zoller en el campo de la información cuántica y en el desarrollo de ordenadores cuánticos basados en iones atrapados son muy conocidas.
Fuente: Michael Banks, “Quantum pioneers bag Wolf prize,”PhysicsWorld.com, Jan 3, 2013.
Si no se ve el vídeo, acceder directamente a la fuente, indicada al final de este «post»
Entrevista al físico español Ignacio Cirac , director del Instituto Max Planck para Óptica Cuántica (Alemania) y premio Fronteras del Conocimiento 2008 de la Fundación BBVA. Cirac narra su fascinación por los fenómenos que ocurren en la materia a escala de millonésimas de milímetro: en el mundo cuántico, por ejemplo, los cambios en una parcula pueden manifestarse instantáneamente en otra situada a gran distancia, y sin que exista conexión material entre ambas. Ni magia, ni ciencia ficción; un hecho físico en el que se basan aplicaciones tecnológicas ya existentes, y que constituye el fundamento de los futuros computadores cuánticos.
Fuente: rtve.es