Obviando a los juegos de Ajedrez, que se suelen tomar como inicio para hablar de Inteligencia Artificial, quizás uno de los trabajos más destacables fue el de Joseph Weizenbaum (1923-2008) mientras trabajaba en el MIT: El programa ELIZA.
Eliza (escrito en lenguaje LISP, el año 1966) fue uno de los primeros programas informátics que eran capaces de «conversar» con una persona, porque su autor se basaba en la filosofía que utilizaba el psicólogo Carl Rogers (psicología rogeriana), o lo que es lo mismo, utilizar -o aparentar- empatía para que el paciente se sintiera querido y escuchado.
Y lo cierto es que el programa tuvo bastante éxito, lo que dice mucho de los seres humanos.
Entre otras pequeñas cosas, el programa Eliza actuaba siguiendo tres pilares principales y básicos:
Obviamente, de inteligencia, poco. Lo único que se demostraba relacionado con esta cualidad, era lo «inteligentes» que podían llegar a ser los usuarios que utilizaban el programa, los cuales creían estar hablando con un verdadero doctor.
Aunque hay que comprender que, en esa época, ver a una máquina manteniendo una conversación aparentemente inteligente debía de ser algo que impresionara, era sólo una simple ilusión. El mismo autor del programa fue el primero en llevarse las manos a la cabeza tras ver el fanatismo que se empezaba a crear en torno a su programa.
Personal administrativo, así como secretarias (siempre personal no técnico) utilizaban Eliza para contarle secretos y detalles íntimos porque sentían que el programa realmente les «escuchaba». Su autor cuenta, incluso, que la secretaria le pidió una vez que saliera de la habitación hasta que terminara de hablar con Eliza, confiando más en el programa que en el propio Weizenbaum.
Todo esto, junto al hecho de que algunos psiquiatras querían utilizar Eliza como una herramienta para sus pacientes más graves (creían que el programa realmente pensaba y trataba los problemas), terminó obligando a Weizenbaum a escribir un libro «Computer Power and Human Reason» (1972) donde contar todo acerca de la experiencia de su invento, convirtiéndose en uno de los más duros críticos de la posible incorporación de inteligencia en las máquinas.
Mucho ha llovido desde entonces, y continuaron desarrollándose programas derivados estos últimos años. Por citar algunos ejemplos en nuestro idioma, tenemos el Dr. Abuse, otro clon de Eliza desarrollado por Barres y Boronat en la época de los 90, con características como sintetizador de voz o una base de datos de información de conversaciones anteriores.
La propia IKEA implementó una asistente virtual llamada Anna, que responde con cierta soltura a las preguntas relacionadas con la venta de productos… y otras cuestiones.
Cleverbot es otro sistema de inteligencia artificial que utiliza la idea de base de Eliza, sin embargo, añade características de redes neuronales artificiales, incorporando la capacidad de aprender de diálogos previos de otros usuarios del programa.
Otro producto interesante que utiliza redes neuronales es 20Q (o alguno de sus clones, como Akinator). Básicamente, te desafía a ser capaz de adivinar una determinada cosa que pienses, sólo con responder a menos de 20 preguntas de verdadero o falso. ¡Incluso tienen un especial 20Q de Doctor Who!
Actualmente, la «fiebre» del reconocimiento del lenguaje (hablado, en este caso) viene a cargo de los smartphones, donde herramientas como Siri (en iPhone) o Jeannie (en Android) permiten mantenerse a la escucha de frases en las que les podemos pedir información, que realicen acciones o incluso intentar mantener una conversación «medianamente» inteligente.
Ampliar información en: Amazings