Estos días del nacimiento de las impresoras 3D son un momento emocionante, con una amplia gama de empresas y organizaciones que compiten para ser los primeros en llevar la tecnología a nuestros hogares. En cierto sentido, muchos caminos conducen de nuevo a RepRap, el código abierto, la comunidad alimentada por proyectos destinados a crear una máquina auto-replicante. En esencia, estas impresoras 3D no son a diferencia de sus contrapartes en 2D, ofrecen una manera de traducir las imágenes en la pantalla del ordenador en el mundo real, en este caso son objetos que se pueden sostener en la mano.
La mayoría de estos trabajos usan el plástico de fusión (en gran medida como el ABS de Lego o biodegradable PLA) y chorros hacia fuera a través de las cabezas de extrusión. Los cabezales operan a lo largo de los ejes X e Y, mientras que la plataforma de generación (generalmente se calienta en el caso de ABS y sin calor para PLA) se mueve hacia abajo, permitiendo que el pegamento como arma-extrusoras sirva para construir capas delgadas de plástico. Algunas impresoras se basan en otras tecnologías, muchas de las cuales tienen sus raíces en el mundo de la creación rápida de prototipos, una categoría de fabricación que ha existido durante décadas y utilizado por empresas como Boeing y Ford para crear modelos a escala a partir de conceptos.
En engadget muestran todas las impresoras 3D que se comercializan, desde unos 400 euros.