Ayer se publicó en El País un artículo titulado Los dispositivos de lectura digital se disparan… la piratería también, que no es más que un amargo llanto de las editoriales, que empiezan a ver que, si se hacen las cosas igual de mal (o peor) que la industria discográfica, las consecuencias serán bastante parecidas.
Podría comentar muchas cosas, pero voy a centrarme en el siguiente párrafo:
Uno de sus autores, Manuel Francisco Reina, envió alarmado a la editorial [Roca] una lista con 20 webs donde se podía descargar gratis su última novela, La emperatriz amarga. Obviamente sin su autorización.
Así que he hecho un pequeño experimento: ¿qué diferencias hay entre bajarme ese libro sin autorización de la editorial o utilizar el sistema Libranda? Muchas.
Sin Libranda
Con Libranda
Revisando las instrucciones veo que las que he escrito para comprar el libro utilizando Libranda han quedado más resumidas que las otras. Sí, lo he hecho adrede, que no se diga; también es cierto que algunos de los pasos tienen que realizarse únicamente la primera vez que se compra un libro. Una explicación alternativa puede verse en el siguiente vídeo, que cuenta todo esto de forma más genérica.
Mientras esto siga así, las editoriales seguirán llorando. Cuando empiecen a ofrecer el libro electrónico sin tanta parafernalia, la cosa les mejorará bastante. Yo estaría dispuesto a pagar el precio del libro electrónico si éste es sensiblemente más barato que la edición en papel, si el proceso de compra no es un dolor y si luego puedo poner el archivo descargado donde me dé la gana: puede que en un futuro cambie de dispositivo de lectura. Alguien ha pensado que utilizar un sistema de protección anticopia es una idea buenísima para acabar con la piratería, y el efecto neto es completamente el contrario: es mucho más sencillo conseguir un libro electrónico tirando directamente de páginas de descargas (y además no hay que andar pendiente de que sea compatible o no), que por medio de los canales oficiales.
Realmente: ¿el ponerle DRM a un determinado libro, a un determinado disco o a un determinado vídeo ha evitado en alguna ocasión que se haya terminado compartiendo en las redes de intercambio? Intuyo que la respuesta es un rotundo no. Utilizar este tipo de sistemas defectuosos lo único que ocasionan es un dolor para el posible comprador, que automáticamente se pasa a la descarga «no autorizada» en cuanto aprende cómo puede hacerse. Dice el artículo de El País que la inclusión o no del DRM es algo que se deja a elección de autores y editores. Alguien debería hablar con ellos y enseñarles este instructivo gráfico que muestra las diferencias entre comprar un DVD o bajarse la película directamente.
Libranda es, efectivamente, una porquería, y no solamente por el pobre sistema de venta, sino por los evidentes problemas de catálogo que tiene. Es, a todas luces, una excusa para que las editoriales, cuando empiecen sus problemas de verdad, puedan decir que han hecho algo.
Fuente: Las penas del Agente Smith
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?La industria editorial española se ha decidido a apostar por los libros electrónicos, al menos en parte. Hoy es el primer día de vida de Libranda, el primer portal web español dedicado a la venta de libros electrónicos. Pero la criatura parece haber nacido con serios problemas de viabilidad. Como ya mencionan en blogs especializados, el uso del DRM (reflejo del miedo de las editoriales a las descargas), el elevado precio de los libros y la dificultad del proceso de compra ha despertado la unánime crítica de la Red.
El portal, formado por diez grandes grupos editoriales (Planeta, Random House Mondadori, Santillana, Wolters Kluwer, SM, Grup62, Roca Editorial, Anagrama, Ediciones Maeva y Ediciones Siruela) y otras ocho tiendas online, permite al lector acceder a una selección (a día de hoy) de unos 1130 libros digitalizados, que se espera lleguen a 8.000 para finales de año.
Se trata del primer gran portal de búsqueda y venta de ebooks en España. Los títulos a los que se puede acceder, en español y en catalán, tendrán un precio entre un 20% y un 30% inferior a los de sus homólogo físicos. La página ofrece tanto best-sellers como grandes clásicos; Saramago, Carlos Ruíz – Zafón, Orwell o Paul Auster entre muchos otros son accesibles tras unos cuantos clicks de distancia que, sin embargo, resultan más dificultosos de lo que cabría esperar.
Comprar un libro en Libranda no resulta para nada sencillo. Tras un primer paso de búsqueda del título determinado, aparecen una serie de complicaciones capaces de acabar con la paciencia de cualquier oportuno comprador: Libranda no permite realizar directamente la compra, sino que mostrará la portada de las hasta ahora ocho tiendas disponibles, donde tendremos que realizar de nuevo la búsqueda de la obra que queramos comprar. Cada una de estas páginas posee su diseño propio y no se coordinan entre sí, por lo que no podremos comparar unas con otras directamente, sino que tendremos que repetir el proceso cada vez. En su mayor parte ofrecen poca o ninguna información sobre el libro digital; resulta fácil no saber el tipo de formato que estamos comprando, el peso del archivo o el sistema de protección o DRM que llevan incorporados.
Porque las editoriales que están detrás de Libranda dicen preocuparse por los derechos de autor, el comprador tiene limitado el uso sobre la copia del libro adquirida, que, en la mayoría de los casos, supone la prohibición de copiar o imprimir la obra. Eso si tenemos suerte, ya que algunos de los lectores de libros electrónicos más populares como el Kindle de Amazon o el iPad de Apple ni siquiera consiguen abrirlos. ¿La causa? El DRM no es compatible con la mayoría de los lectores electrónicos.
Según la directora general de la plataforma, Arantza Larrauri, evitar la piratería es «el gran reto». Afirma que la estrategia para combatirla debe moverse en varios frentes: «endurecimiento de la legislación, sensibilización de los usuarios y seguridad informática». Agrega que «los editores ya han dado un primer paso al facilitar los contenidos a precios más asequibles que el libro en papel».
Los precios de los ebooks en Libranda oscilan entre el 70% y 80% de los del mercado tradicional. Esta rebaja resulta menos apreciable si además tenemos en cuenta que el IVA aplicado a los libros en soporte digital es del 18%, frente al 4% que grava a los impresos. A rasgos generales, el lector de libro digital pagará por las obras una media de entre 4 y 8 euros menos. La diferencia se reduce cuando hablamos de títulos antiguos, ya en edición de bolsillo, donde es casi inexistente.
Por ejemplo, si comparamos en una de las tiendas online pertenecientes a Libranda el precio entre la versión digital de El príncipe de la niebla, de Carlos Ruiz – Zafón y su respectiva edición de bolsillo, apenas habremos ahorrado 1,5 euros. Es sólo uno de los casos que nos permiten comparar la escasa diferencia entre la obra digital y la obra física.
Fuente: Público.es
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