Si trabajas cerca de un programador sin duda te habrás preguntado, como yo, qué es exactamente lo que sucede dentro de su cabeza. Se trata de criaturas muy particulares – que no se me enfaden – capaces de concentrarse en la tarea de crear código como si acamparan en el corazón de Matrix. Pues bien, lo que ves sobre estas líneas es la imagen de resonancia magnética del cerebro de un programador – el primer estudio de este tipo que se realiza – y las áreas iluminadas son las zonas que se activan mientras lee código.
¿Qué sentido tiene hacer un estudio de este tipo? Como bien cuentan en Fast Company, resulta que en EEUU hay una pequeña pero interesante polémica acerca de qué formación deben recibir los futuros programadores. Mientras que en la mayoría de los Estados las ciencias informáticas se incluyen en la parte de ciencias y matemáticas, en Texas – y parece que pronto en Kentucky y Nuevo México – han hecho que la programación de código sea equivalente a una lengua extranjera. Y aquí viene la cuestión que nos interesa: ¿es la programación de código una habilidad más relacionada con las matemáticas o con el lenguaje?
Para averiguarlo, un equipo de investigadores internacional, dirigido por Janet Siegmund, de la Universidad de Passau, ha elaborado un primer estudio en el que sometieron a 17 estudiantes de informática (todos con conocimientos de programación y solo dos de ellos chicas) a una prueba con resonancia magnética funcional. En el experimento, tumbaron a los sujetos en el escáner y monitorizaron su actividad cerebral mientras leían unas líneas de código. Estas líneas de código indicaban una tarea de impresión del ordenador y los participantes debían predecir, en un tiempo determinado, qué texto imprimiría la máquina.
El resultado, por sorprendente que parezca a muchos, fue que las áreas cerebrales que se activaron tienen en principio más relación con el lenguaje que con el mero cálculo matemático. «No hay una prueba clara de que aprender lenguaje de programación sea como aprender una lengua extranjera», asegura Christian Kästner, coautor del estudio, «pero nuestros resultados muestran que hay similitudes claras en la activación cerebral que indican que la hipótesis es plausible».
Autor: Antonio Martínez Ron
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A dichas conclusiones llegó una investigación realizada por Joan Lee, lingüista de la Universidad de Calgary (Canadá). «Generalmente se cree que mandar mensajes de texto contribuye a un uso más libre del lenguaje, pero nuestro estudio encontró que esto es un mito. Las personas que mandan más mensajes de texto rechazan palabras desconocidas en vez de reconocerlas como términos posibles», afirma la experta.
Términos aceptables
En su investigación, Lee trabajó con estudiantes universitarios. Les preguntó sobre sus hábitos de lectura y averiguó cuantos SMS enviaban o recibían a diario. A continuación, la especialista les presentó una serie de palabras reales o ficticias y analizó como las aceptaban y si las comprendían dado el contexto.
Los voluntarios que leían y enviaban más mensajes de texto aceptaban muchas menos palabras nuevas, mientras que los jóvenes que leían los tradicionales libros, diarios o revistas podían aceptar e incorporar con mucha más facilidad los términos nuevos.
Lee cree que leer medios impresos tradicionales exponen a las personas a un mayor nivel de creatividad en el lenguaje, algo que no aparece durante el envío y recepción de MSN. Además, la experta considera que estas lecturas tradicionales promueven la flexibilidad en el uso del lenguaje y la aceptación que palabras previamente desconocidas.
Como resultado, explica, las personas desarrollan más habilidades lingüísticas que les permiten interpretar correctamente las palabras que no conocen. ?En contraste, los mensajes de texto se asocian a inhibiciones en el lenguaje que hicieron que los voluntarios rechazaran palabras. Esto fue sorprendente porque hay muchas ortografías inusuales o ?textismos? en el lenguaje del mensaje de texto?, comenta Lee.
La experta considera que esta situación se presenta porque el lenguaje de los MSN representa palabras que usan habitualmente en el habla cotidiana, por lo cual las personas que usa este tipo de comunicación no suelen estar en contacto con tantos términos como los presentados en los medios impresos.
Fuente: Eres-curioso
Científicos de la UC Berkeley y de la Universidad de British Columbia han creado un software que es capaz de reconstruir lenguas antiguas mediante software, haciéndolo de manera más rápida que los humanos. Estas lenguas antiguas son llamadas «protolenguas», las cuales son las antepasadas de las lenguas que conocemos hoy en día y de las cuales han evolucionado. De entre estas protolenguas podemos destacar el Protoindoeuropeo, el Proto-afroasiático y el Protoaustronesio, que es la lengua que se ha usado en el estudio. El Protoaustronesio ha dado lugar a las lenguas que se hablan en el Sudeste Asiático, el Pacífico, zonas de Asia continental y Australasia.
Aprovechando las ventajas del Big Data y la computación los científicos quisieron probar que el software funcionaba y para ello cogieron 637 lenguas de las que se hablan ahora en Asia y la zona Pacífico y con ella recrearon la lengua común de la cual vienen todas ellas. Este software usa razonamiento probabilístico y busca dentro de la lógica evolutiva y las estadísticas para reconstruir el pasado.
De estas 637 lenguas se analizó una base de datos de unas 140.000 palabras para llevar a cabo la reconstrucción del Protoautronesio. Luego se comparó el resultado con el que ya tenían del trabajo de lingüistas y les salió una precisión del 85%, pero eso sí, en mucho menos tiempo.
Y es que hasta ahora todo el trabajo se hacía de manera manual con lingüistas especializados. Según palabras de Dan Klein, profesor asociado de la UC Berkeley:
Lleva mucho tiempo para los humanos el hecho de revisar todos los datos. Hay miles de lenguas en el mundo, con miles de palabras cada una ya sin tener en cuenta los ancestros de estas lenguas. Necesitaríamos cientos de años para entrar en detalle en cada lengua y hacer referencias cruzadas entre todos los cambios que han pasado durante el tiempo. Pero en esto es en donde los ordenadores brillan.
Los que me apasiona de este sistema es que podremos coger todas las grandes ideas que los lingüistas han tenido sobre la reconstrucción histórica y las podremos automatizar: más datos, más palabras y más lenguas en menos tiempo.
De momento, con la ayuda de este software podemos esperar que se avance más rápido en el descubrimiento de estas lenguas antiguas. Lo que sigue siendo un misterio es si se podrá ir más atrás y descubrir si hubo una vez una primera lengua de la cual salieron todas las demás.
Fuente: ALT1040
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