“El petirrojo es un ave migratoria que utiliza como brújula magnética unas proteínas llamadas criptocromos situadas en la retina de sus ojos, según el biólogo Wolfgang Wiltschko (Universidad de Frankfurt). El físico cuántico Vlatko Vedral (Universidad de Oxford) cree que en el criptocromo se entrelazan cuánticamente varios electrones cuyos espines actúan como cubits. Según este especialista en computación cuántica, la Naturaleza ha logrado fabricar el primer computador cuántico, mucho antes que los propios físicos. La Naturaleza va por delante de los investigadores más osados y quizás el primer computador cuántico sea una versión biomimética del criptocromo. (…) La fuente de la noticia es un artículo de Vedral publicado en Physical Review Letters (PRL). Un artículo en PRL es, a priori, una gran garantía de calidad científica. ¡Increíble! Efectos cuánticos en la brújula magnética de las aves migratorias y en particular en el petirrojo (Erithacus rubecula). (…) Increíble, pero yo no me lo creo. Como físico no me puedo creer que el entrelazamiento cuántico de los espines de pares de electrones se mantenga en una proteína a temperatura ambiente durante 20 microsegundos. En mi opinión, es un tiempo millones de veces más largo de lo razonable a temperatura ambiente.
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