En El País piensan que un ministro puede perder el 214,4% de la puntuación que tiene en las encuestas, en una escala de 0 a 10. Ese es el récord de Wert, pero hay otros cuatro ministros que pierden también más del 100% según este épico gráfico publicado hoy en la página 16 de la sección nacional (click para ampliar):
El gráfico acompaña a esta noticia sobre la popularidad de los ministros, en cuya versión online se ha corregido ya el gráfico (y se ha puesto una nota reconociendo el error y la corrección), aunque sobrevive el subtítulo siguiente:
El que más ha caído ha sido Jose Ignació Wert, un 214,4%
Desgraciadamente, hay que entender que las varias personas de El País que han hecho y supervisado este gráfico antes de que llegue a la edición en papel no han reparado en que no se puede perder más de lo que se tiene, y por lo tanto no se puede perder más del 100%.
El origen del error, claro, es que cuando se habla de porcentajes de pérdidas o ganancias entre dos momentos, la base (la cantidad que se iguala a 100) ha de ser siempre la cantidad inicial, no la final. Por lo tanto, si en el momento 1 tenemos X (puntos, euros, empleados… lo que sea) y en el momento 2 tenemos Y, el cálculo del porcentaje de pérdida o ganancia debe de ser
Y no, como ellos han hecho,
Si Y fuera mayor que X, y las dos operaciones dieran resultados «parecidos» y «normales» (imaginemos, aumentos del 15% y del 25%), sería disculpable que por despiste al meter los datos en la fórmula alguien se pueda equivocar, usar como base el dato del segundo momento, y no reparar en el error. Pero cuando los errores producen resultados tan claramente absurdos las alarmas deberían haber saltado.
Fuente: Malaprensa
Qué mejor día que el uno de Mayo para hablar de movilizaciones. Porque tras un par de años de duros recortes, y tras extensas movilizaciones en muchos estamentos laborales, ahora le toca el turno al colectivo de investigadores. No es que este colectivo haya sido ajeno a las movilizaciones, ha participado activamente junto con trabajadores docentes, sanitarios, empleados públicos, etc. Tampoco ha dejado de escribir artículos dirigidos a la sociedad, tanto en medios nacionales como internacionales, o la clase política dirigente. Pero ahora la movilización va a ser más notoria.
La situación tras los recortes en ciencia es tan preocupante que hasta los medios de comunicación que apoyan ciegamente al gobierno se han hecho eco de la noticia. Los recortes continuados, la paralización o retraso de las convocatorias relacionadas con personal de investigación y la falta de cumplimiento de compromisos económicos adquiridos, están comprometiendo muy seriamente la ejecución de proyectos científicos, así como la continuidad laboral de muchos investigadores. Se están retrocediendo décadas y se están llegando a situaciones paradójicas como el hecho de que existan centros perfectamente dotados sin presupuesto para que los ocupen investigadores o para mantener sus gastos corrientes (agua, luz, calefacción, etc).
Todo esto ha provocado que muchos investigadores de toda España afirmen que vuelve a ser hora de movilizarse a todos los niveles. Se hizo en el pasado y tendrá que volver a hacerse en el futuro, porque parece que los gobernantes sólo se acuerdan de los que hacen ruidos frente a sus (nuestros) ministerios. Sólo la vía de la movilización, de pasar frio o calor en las calles y de llenar páginas y páginas de medios de comunicación y de revistas científicas, consiguió dignificar la profesión de investigador científico, que se reconocieran unos mínimos derechos laborales. Ha sido una forma definitiva de romper aquella tendencia de hace unos siglos en la que sólo los pertenecientes a las clases más pudientes o los clérigos, se dedicaban a la investigación como un hobby personal. De manera paralela, sólo una fuerte campaña de movilizaciones y de visibilidad de la ciencia ha dotado de unos mínimos fondos al Plan Nacional, para desarrollar proyectos en líneas estratégicas, y dotar a los centros de equipamiento y personal para ejecutarlos.
Todo esto peligra en la actualidad, y por ello desde hace menos de un mes se han empezado a generar plataformas que se añaden a otras establecidas desde hace muchos años. En algunos centros de investigación, tanto del CSIC, como de algunas universidades se están diseñando acciones varias, propuestas que van desde escritos y manifiestos, búsqueda de apoyo en Bruselas y otros organismos internacionales hasta movilizaciones en las calles. Dado que el colectivo científico no tiene un número suficientemente elevado como para producir una “marea”, los movimientos de protesta en la calle serán de tipo “estratégico”, con el fin de concienciar a la sociedad y a los medios de la importe labor que hace la ciencia para el desarrollo colectivo y cómo ésta se está poniendo en peligro por culpa de los recortes.
En las próximas semanas empezarán las movilizaciones de los investigadores, y estamos de acuerdo con el Presidente del Gobierno cuando pide paciencia, nosotros también le pedimos fondos “pa” ciencia.
Fuente: La Ciencia y sus Demonios
“Una mujer mató a su bebé porque no podía alimentarle, y nosotros estamos mandando gente a la Luna”. Esta estrofa de una vieja canción de Princemuestra lo que gran parte de la ciudadanía piensa cuando se le pregunta si le importa que, en esta grave crisis en la que estamos sumergidos, se recorten los presupuestos de I+D+i. En un país con 5,9 millones de parados, donde se cierran centros de urgencias o donde se cuentan por miles los deshaucios, ¿qué más da que España se salga del plan europeo para cazar asteroides, que serecorte el presupuesto del mayor laboratorio de materia oscura o que se frenen investigaciones en las universidades?
No es políticamente correcto decirlo en voz alta, pero probablemente usted también lo piense. Si tuviera que decidir entre poner dinero en un laboratorio de neutrones o en un hospital al que supuestamente le faltan agua y mantas, ¿dónde invertiría ese dinero? Con la que está cayendo, ¿qué demonios importa la ciencia?
Prescindamos por un momento del cambio que supondría para la marca España poder exhibir un premio Nobel o una vacuna contra el vih además de un Mundial de fútbol y un bochornoso récord de casos de corrupción política. Prescindamos también de las razones estéticas, que mostrarían un país más moderno, sostenible y fiable para la inversión exterior a largo plazo si hubiéramos gastado más dinero en investigación que en ladrillos.
Un simple vistazo a los números nos indica que hay, además, razones prácticas, y muy reales, por las que sabemos que invertir en ciencia es económicamente rentable.
Un 20% más de renta per cápita
Una política económica basada en el I+D es como un depósito fijo a largo plazo: lento, discreto, poco dado a retornos espectaculares, pero muy seguro, siempre que mantengas una inversión constante durante decenas de años. En España invertimos un 1,3% de nuestra economía en ciencia, pero a saltos y borbotones, según la coyuntura económica. La media de los países de la OCDE ronda un estable 2,4%.
Si España hubiera invertido anualmente en I+D el mismo porcentaje que sus compañeros de organización desde 1970, nuestro país habría tenido, en 2005, un 20% más de renta per cápita, según muestra un reciente informe del Círculo Cívico de Opinión.
La ciencia es, además, un sostén anti-crisis cíclicas. Habríamos vivido la crisis, claro, pero la habríamos soportado mejor: no hay más que echar un vistazo al gráfico que relaciona la inversión en ciencia con el PIB para hacerse una idea de en qué lado del cuadro podría estar España si hubiera apostado antes, y mejor, por la I+D.
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