La llamada «singularidad tecnológica«, es decir, la expectativa de que en algún misterioso momento de las próximas décadas las máquinas se convertirán en ultrainteligentes y conscientes, es una pseudociencia o un «culto para gente rica y ociosa rodeada de tecnología en Silicon Valley, que realmente no desean morir (se puede pensar en ello como el «dia del juicio» para listillos)«.
La singularidad es una hipótesis de ciencia-ficción que no está respaldada por pruebas científicas. Hay tantas pruebas de que la inteligencia artificial pueda llegar a ser consciente como de la existencia de chemtrails. Los filósofos de la mente, vendedores de inmortalidad y «Think tanks» que dedican recursos a este tema, sencillamente no van a salvar al mundo de una amenaza que no existe.
En general, cualquier hipótesis cuya confirmación se fía a varias décadas de distancia, puede calificarse de entrada como «vendeburras», aunque ya el conocimiento actual resulta poco congruente con los partidarios de la singularidad.
Como ha argumentado Paul Churchland convincentemente, los cerebros biológicos no son máquinas de Von Neumann, las ideas no son simplemente «software» y la conciencia animal no se puede «descargar» en un soporte cartesiano independiente.
La singularidad no es sólo una pseudociencia, la idea misma de un grupo de californianos aficionados a la tecnología y la filosofía trabajando por alcanzar la inmortalidad en un mundo donde millones mueren realmente de hambre, como apunta también Pigliucci, resulta un pasatiempo bastante ofensivo.
Fuente: La revolución naturalista
¿Qué pasaría el día que llegara la Singularidad a nuestras vidas? ¿Cómo afectarían las leyes de derechos de autor sobre ese nuevo mundo? Aunque de forma humorística, el vídeo con el que abrimos nos muestra muchas de las claves que hoy vivimos llevadas al límite. El copyright llevado al exceso podría conducir a un mundo tan peculiar como el descrito en la pieza visual por Tom Scott.
El concepto de Singularidad en términos tecnológicos nos habla de un futuro donde se predice que el proceso tecnológico y el cambio social se acelerarán debido al desarrollo de la inteligencia artificial. De alguna manera ese futuro cambiaría por completo la vida tal y como la conocemos. Un momento donde los equipos junto a la comprensión de la mente humana sean tan poderosos como para tener la capacidad de “subir” nuestras mentes a una red y, entre otras cosas, vivir en ellas para siempre.
Sea como fuere y llegados al caso, no sería descabellado pensar que en un futuro así, las leyes de derechos de autor chocarían frontalmente con nuestras mentes en la red. Podrían existir diferentes paquetes de “vida” en la red marcados por los precios y el número de licencias que se nos permiten recordar o tener como historial “cultural” con el fin de evitar la infracción.
En cualquier caso si algo podemos sacar en claro de esta pequeña joya es la incapacidad de los derechos de autor para adecuarse a los tiempos que viven, más con los grandes cambios en materia tecnológica. Y es que si la Singularidad llegara a nuestras vidas, es posible que tuviera copyright.
Fuente: ALT1040
Bajo licencia Creative Commons