En un cuento raro de tecnologÃa, bioterrorismo y chocolate, los cientÃficos se apresuran a secuenciar el genoma del árbol del cacao. Temen que, sin el genoma en la mano no serán capaces de detener la propagación de dos patógenos virulentos que amenazan con devastar los cultivos de cacao del mundo.
Los árboles de cacao fueron domesticadas por primera vez hace más de 1500 años por los mayas que vivÃan en lo que hoy es América Central, pero las enfermedades por hongos, como la escoba de bruja y la moniliasis en gran medida han perseguido al grano fuera de su hábitat nativo. La gran preocupación es que una de estas enfermedades cruce el Océano Atlántico hacia el oeste de Ãfrica, donde ahora está el 70 por ciento de la producción. Los árboles de cacao en Africa Occidental no tienen resistencia a los patógenos, que forman esporas y se propagan a través del viento, los agricultores descuidados y, por lo menos en un caso, bioterroristas. Los cientÃficos dicen que sólo unas pocas vainas infectadas conducirÃan a la pérdida de un tercio de la producción mundial.
Una forma de impedir que eso ocurra es crear plantas que sean resistentes a la infección. Los cientÃficos identifican las plantas naturalmente resistentes, artificialmente las polinizan, a continuación, prueban su descendencia. Este es un proceso lento, y con el genoma de cacao en la mano se pueden acelerar los trabajos. Los cientÃficos serÃan capaces de identificar las secciones de ADN que confieren una mayor resistencia y seleccionar los mejores árboles para reproducirse. «Es un trabajo caro», dice Randy C. Ploetz, un patólogo de plantas en la Universidad de Florida (EE.UU.), «pero una vez que se tiene una secuencia genética, hace que el trabajo sea mucho más fácil.»
Los cientÃficos esperan lanzar un primer borrador del genoma del cacao para final de año, identificar loslugares genéticos responsables de la resistencia llevará unos cuantos años más. Mientras tanto, los productores de Côte d’Ivoire (Costa de Marfil) y Ghana han establecido cuarentenas estrictas para ayudar a proteger sus cultivos.
Fuente: Scientific American