Subir los impuestos y el precio del alcohol disminuye muchos de los riesgos asociados, pero bajar la edad mÃnima de consumo aumenta muchos de esos riesgos. Dos casos concretos:
Un aumento de un 10% en el precio del alcohol supone un 5% de reducción en su consumo. Además, doblando el impuesto sobre el alcohol se consigue que disminuyan los suicidios en un 4.8%, un 11.2% los accidentes de tráfico, un 5.5% el contagio de enfermedades de transmisión sexual, un 2.2% el consumo de otras drogas, 1.4% los delitos criminales, y, en general, un 35% disminuye la mortalidad relacionada con el alcohol.
Angela Fertig y Tara Watson, de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, estudian el mismo problema del consumo de alcohol, pero con un enfoque distinto: relacionan la edad mÃnima legal para consumo de alcohol y sus cambios con el consumo de alcohol en jóvenes y sus consecuencias. Investigan, entre 1978 y 1988, años en que bajaba en muchos lugares la edad para consumir alcohol, en relación con los registros de nacimientos. Ya se sabÃa que elevar esa edad mÃnima reduce el consumo entre jóvenes y, a la vez, el número de accidentes de tráfico fatales. En resumen, una edad mÃnima para el consumo de 18 años aumenta el consumo de alcohol en jóvenes embarazadas de 18 a 20 años en un 21%; aumenta el número de nacimientos en jóvenes blancas de 18 a 20 años en un 4.6% y en jóvenes negras en un 3.9%; aumenta la probabilidad de tener un hijo bajo de peso en jóvenes de 18 a 20 años en un 6%; y aumenta el riesgo de nacimiento prematuro en un 5% en jóvenes blancas y en un 7% en jóvenes negras. Hay incluso algunos saltos espectaculares como, por ejemplo, que una edad mÃnima de 18 años aumenta la probabilidad, en jóvenes negras, de un embarazo no deseado en un 25%.
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