La fruta es uno de los alimentos que sabemos debe estar presente en nuestra dieta diaria, ya que nos aporta infinidad de vitaminas y nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo. Es cierto que a la hora de elegir la fruta tenemos a nuestra disposición distintas variedades, pero una cosa que debemos tener clara es que la fruta debe estar en un estado óptimo para ser bien digerida por el organismo y aprovechar al máximo los nutrientes que nos brinda. Por ello vamos a ver algunos consejos de conservación de la misma.
La fruta es un contenedor de vitaminas y minerales, pero también tiene altas cantidades de fructosa, un azúcar de origen natural. Estos nutrientes varían dependiendo del grado de maduración de la fruta. Al principio la fruta contiene menos azúcares, pero a medida que va madurando y pasando el tiempo lo que sucede es que aumentan las cantidades de azúcares, y disminuyen las de vitaminas. Por ello es necesario consumirla cuando está dulce al paladar, pero aún conserva buen parte de sus vitaminas.
Es cierto que cuando una fruta está más verde el contenido vitamínico es muy bueno, pero no es adecuada para el consumo humano, ya que no es agradable al paladar, además de resultar indigesta en la mayoría de los casos, pues nos produce muchos gases y demás desajustes intestinales a causa de su falta de madurez. Lo ideal es consumir la fruta en un estado óptimo, pero a veces es imposible porque compramos mucha cantidad y la guardamos y se acaba pasando. Para ello es necesario tener presentes algunos puntos que alargarán la vida de la fruta.
En primer lugar debemos buscar el lugar adecuado para almacenar la fruta. Este sitio debe ser un sitio ventilado y fresco que permita varias cosas a la vez. En primer lugar la ventilación evitará que se acumule el etileno y la fruta se ponga mala antes. El etileno se forma en lugares cerrados en los que no circula el aire, y es el detonante de que la fruta se pase. La frescura ayudará a conservar el estado de la fruta, pues el calor lo que hace es precipitar la maduración y con ella la desaparición de la fruta.
Mantenerlas en un recipiente de fibras naturales como el mimbre, que permita su transpiración es ideal. Para ello debemos sacarlas de los envases de plástico que evitan la transpiración de las frutas, que constantemente expulsan humedad. Los envases crean un efecto catalizador que acelera el proceso de descomposición, ya que al no traspirar generan humedad y moho y con ello la destrucción prematura de la fruta.
Muchas veces la fruta que adquirimos está demasiado verde y no se puede comer, por ello es necesario que aceleremos su proceso de maduración. Para ello lo que haremos será mezclar la fruta verde con un ejemplar maduro que genere etileno y de este modo acelere el proceso de maduración del resto de piezas de fruta.
En el caso de querer retrasar la maduración de la fruta para mantenerla por más tiempo lo que debemos hacer es conservarlas en la nevera, pero a veces esta no es la mejor solución, ya que hay neveras húmedas o demasiado frías que acaban acelerando el proceso de maduración. Por ello es necesario que controlemos la humedad de la nevera y la temperatura de la misma para que la fruta no termine helada y quemada sin poder comerla.
Fuente: Consumer