Los edulcorantes artificiales como la sacarina confunden al encéfalo y pueden provocar que se coma en exceso. Es la conclusión a la que se llega después de una serie de estudios realizados en los últimos años. Ahora un trabajo realizado [1] por Erin Green (Universidad de California en San Diego) y Claire Murphy (Universidad del Estado en San Diego) pone de manifiesto el mecanismo subyacente. Los resultados se publican en Physiology & Behavior.
La clave del hallazgo de Green y Murphy está en el hecho de que el encéfalo procesa los sabores dulces de forma diferente dependiendo de si una persona consume regularmente bebidas refrescantes en las que se usen edulcorantes artificiales, habitualmente conocidas como “light”, “lite”, “diet” o términos similares. Dicho de otra forma: los encéfalos de los bebedores de bebidas light no diferencian adecuadamente entre sacarosa (azúcar) y sacarina (edulcorante).
Green y Murphy reclutaron a 24 voluntarios sanos, 12 de ellos consumidores regulares (al menos una vez al día) de bebidas light, los otros 12 no las consumían nunca o muy rara vez, y los sometieron a resonancia magnética funcional (fMRI) tras 12 horas de ayuno. Mientras estaban siendo sometidos a los escáneres los investigadores bombeaban pequeñas cantidades de agua edulcorada, bien con sacarosa (edulcorante vegetal) bien con sacarina (edulcorante artificial), en orden aleatorio, a las bocas de los sujetos, y se les pedía que evaluasen lo agradable de su sabor.
La conclusión a la que llegaron es que, el consumo regular de bebidas light confunde al encéfalo de tal manera que los sensores de dulzor ya no pueden calibrar de forma fiable cuánta energía estamos consumiendo. Esta sería la explicación de la paradoja de por qué el consumo regular de productos light está asociado con la obesidad. La persona que no es obesa se vuelve obesa, y quien lo es empeora (o no mejora) su condición. Y ello se podría deber a que en la dieta se alternan productos light con otros que no lo son (un ejemplo extremo sería trozo de tarta más café siempre con sacarina).
El año pasado Davidson et al. [2] probaron esto mismo en ratas. Los animales que siempre recibían un yogur light (con sacarina) aprendieron a modular su ingesta de comida para tener en cuenta la falta de aporte calórico del yogur. Pero los animales a los que se les daba alternativamente un yogur light y otro normal, ganaron sustancialmente mucha más grasa corporal.
[1] Green E, & Murphy C (2012). Altered processing of sweet taste in the brain of diet soda drinkers.Physiology & behavior PMID: 22583859[2] Davidson TL, Martin AA, Clark K, & Swithers SE (2011). Intake of high-intensity sweeteners alters the ability of sweet taste to signal caloric consequences: implications for the learned control of energy and body weight regulation. Quarterly journal of experimental psychology (2006), 64 (7), 1430-41 PMID: 21424985Ampliar en: EXPERIENTIA DOCET