Las dietas disociadas son muy populares y sus seguidores aseguran que comiendo ciertos grupos de alimentos de forma separada se pierde peso. Por ejemplo, sin mezclar carbohidratos y proteínas en la misma ingesta. La teoría se ha hecho tan popular que hay decenas de libros basados en ella. La Antidieta es una de las más populares y hasta Rafaella Carrá tiene su método disociado.
Los que catapultaron definitivamente estas ideas fueron el matrimonio Diamond, los autores de Fit for Life (en España traducida como La Antidieta), que literalmente se han forrado con su libro. En este enlace podemos ver a Harvey en una reciente entrevista, ya un poco deteriorado, que afirma que su falta de salud no se debe a la falta de eficacia de sus métodos, sino a que en Vietnam le afectó gravemente el agente naranja. Pues vale.
Su libro, La Antidieta.es un escrito al más puro estilo «autoayuda yanki», totalmente repleto de falsedades. Los Diamond se basan en extravagantes principios establecidos hace más de cien años por médicos alternativos que pensaban que todos los medicamentos son un veneno. Para justificar sus recomendaciones de comer los alimentos separados, aportan argumentos en los que mezclan chapuceramente conceptos diversos: Que si el entorno ácido o básico de la digestión, que si los “ciclos naturales” y horarios preferentes de nuestro organismo para transformar los alimentos…
Evidentemente, ninguno de estos conceptos está en ningún manual moderno de fisiología, endocrinología o metabolismo sencillamente porque son falacias, es decir, afirmaciones que suenan a verdaderas pero que son barbaridades científicas. Porque nadie las ha demostrado nunca. Las explicaciones que dan suelen estar plagadas de errores y a menudo incluyen la verborrea habitual del lenguaje pseudocientífico, para dar cierto caché a lo que dicen y aprovechar también la eficacia que siempre produce meter un poco de miedo: que si energías, que si esencias, que si tóxicos que nos engordan, que si la comida se pudre en el cuerpo en lugar de digerirse… Por no hablar de los ridículos ejemplos y analogías: Que si los animales en la naturaleza comen mucho más sano que nosotros (claro, por eso se mueren a patadas por parásitos, infecciones digestivas y malnutrición), que si hay civilizaciones que viven más de cien años…
Como es de esperar, las referencias científicas que incluyen todos estos libros son escasísimas, por no decir nulas. Y las que hay dan pena. La mayoría son muy antiguas, de hace muchas décadas e imposibles de encontrar por ningún lado. Suelen ser de temas periféricos (comer vegetales, comer carne), nunca incluyen ninguna referencia rigurosa y contrastada que demuestre que comer los alimentos de forma disociada sirva para perder peso.
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