Un estudio realizado con escáneres cerebrales muestra cómo saltarse el desayuno provoca horas más tarde que los alimentos grasos y ricos en calorías sean más atractivos.
Los escáneres de 21 personas mostraron que el cerebro se veía más atraído hacia esos alimentos cuando no se había desayunado. Y estos individuos consumían más durante el almuerzo.
Calorías atractivas
Para la investigación llevada a cabo durante dos días, se les mostraron fotografías de alimentos ricos en calorías mientras se les colocaba en un escáner de imágenes de resonancia magnética funcional (MRIf) en la universidad.
Se les pidió que calificaran qué tan atractivos eran los alimentos, que incluían chocolate, pizza, vegetales y pescado.
En uno de los días, se pidió a los voluntarios que no desayunaran antes del escáner. En el segundo día se les dio, una hora antes del escáner, un desayuno de 750 calorías consistente de cereal, pan y mermelada.
Los dos días después de los escáneres los voluntarios comieron un almuerzo en el que podían consumir todo lo que desearan.
Según los investigadores, saltarse el desayuno provocó que el cerebro produzca una «predisposición» hacia los alimentos ricos en calorías.
Los resultados del estudio, presentados durante la conferencia Neurociencia 2012 celebrada en Nueva Orleans, Estados Unidos, mostraron que cuando la persona no desayunaba el cerebro cambiaba la forma como los sujetos respondían a los alimentos ricos en calorías, pero no a aquellos bajos en calorías.
Los escáneres mostraron que la región del cerebro que se cree está involucrada en la atracción a los alimentos, la corteza orbitofrontal, se volvía más activa cuando el estómago estaba vacío.
Además, los individuos que no habían desayunado comieron 20% más calorías cuando se les ofreció el almuerzo al final del día.
«Gravitación»
El ayuno prolongado, dicen los científicos, parece crear una tendencia para que ciertas regiones del cerebro «graviten» hacia este tipo de alimentos cuando la persona eventualmente recibe comida.
«Tanto en los escáneres de los participantes como en nuestras observaciones de cuánto comieron en el almuerzo, encontramos amplia evidencia de que el ayuno hace a la gente más hambrienta», dice el doctor Goldstone.
«Y esto incrementa el atractivo de los alimentos ricos en calorías y la cantidad que la gente come».
«Esto tiene sentido desde el punto de vista evolutivo cuando la persona se encuentra en una situación negativa de balance de energía».
«La persona no va a perder tiempo eligiendo una lechuga», expresa el investigador.
Y agrega que «una razón por la que es tan difícil perder peso es porque se incrementa la atracción de los alimentos ricos en calorías».
Por su parte, la doctora Catherine Hankey, profesora de nutrición de la Universidad de Glasgow, Escocia, comenta que la investigación muestra que el desayuno «calma el apetito» y que el nuevo estudio ofrece información «interesante».
Según la experta, el desayuno está vinculado a los niveles estables de azúcar en la sangre, lo cual nos mantiene «disciplinados».
Fuente: BBC MUNDO