La Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias y de la Dirección General de Salud Pública, informa que en lo que llevamos de año se han dado 16 casos aislados de intoxicación por ciguatera. La toxina ciguatérica, o ciguatoxina, la genera principalmente el dinoflagelado Gambierdiscus toxicus, presente en regiones tropicales y subtropicales. Este organismo protista se encuentra asociado a las algas de los arrecifes de coral, y puede pasar a distintos tipos de peces de esas zonas que se alimentan de algas y acumularse en ellos. La toxina tiende a concentrarse a lo largo de la cadena trófica, de modo que los grandes peces carnívoros son los que mayor riesgo presentan, al alimentarse de los pequeños herbívoros. En Canarias, los casos descritos se asocian al consumo de medregal, aunque otras especies consideradas de mayor riesgo son el abade, el mero, el pejerrey, la morena, el peto y la sierra.
A pesar de que el pescado se cocine o se someta a un proceso industrial puede seguir conteniendo la toxina, ya que es bastante termoestable y no se destruye mediante el calor. La sintomatología asociada a esta toxinfección suele ser característica y se presenta con los típicos problemas gastrointestinales a los que hay que añadir problemas neurológicos . Mientras que los síntomas digestivos pueden presentarse a la hora después de haber consumido el pescado contaminado, los síntomas neurológicos suelen manifestarse uno o dos días después del consumo, incluyendo entre estos hormigueo en los labios, manos y/o pies, trastornos en la percepción de la temperatura y debilidad en los miembros inferiores entre otros. Además pueden presentarse síntomas cardiacos y en casos muy graves, afortunadamente muy escasos, se puede evolucionar hasta el coma o el paro cardiaco.
Para evitar esta toxinfección se debe adquirir el pescado en puntos que estén controlados sanitariamente, es decir, que tengan autorización sanitaria, ya que ni el olor ni el sabor del pescado se alteran y no existen medios físicos (calentamiento, congelación, etc.) que destruyan la toxina. Y esta sólo se detecta en el pescado en crudo, ya que una vez consumido es imposible detectarla en los pacientes afectados al no existir una prueba analítica específica.
Fuente: Biomayest