Cuando uno decide dejar de lado la evidencia científica más elemental y asume algo tan acientífico como la agricultura ecológica, es más fácil que crea en otra pseudociencia. Solo hay que ver las numerosas ferias de agricultura ecológica en las que los stands de productos ecológicos (con el sello o no) aparecen todo tipo de terapeutas alternativos, sanadores y echadores de cartas, por lo que uno puede llevarse a casa unas manzanas ecológicas que le cuestan el triple que en cualquier supermercado y además revitalizarse el aura, es decir, que consigues que en el mismo viaje te abran los chakras y la cartera.
Como dice JM Mulet en su entrada Pseudociencia, homeopatía y ganadería ecológica universitaria, el «pack de agricultura ecológica-pseudomedicina no es algo esporádico o una decisión individual de algunos, sino que es algo inherente a la agricultura ecológica». Y como prueba cita el Congreso sobre terapias alternativas en ganadería organizado por la Universidad de Santiago de Compostela. Congreso que, como indica su programa, incluirá prácticas tan acreditadas como la homeopatía, la acupuntura, la quiropráctica o incluso la «etnoveterinaria», es decir, el estudio de técnicas ancestrales para el cuidado del ganado.
Lo cual está muy bien: como todos sabemos, antiguamente los animales estaban sanísimos, no había ningún problema de seguridad alimentaria y los ganaderos obtenían de ellos un rendimiento económico óptimo, pero si eso nos falla siempre podemos tratarlos con agua milagrosamente dinamizada, clavándoles agujas en sus meridianos o haciéndoles un ajuste que elimine sus subluxaciones vertebrales, técnicas todas ellas tan inocuas para el medio ambiente y tan efectivas para el tratamiento de enfermedades como, no sé, el agua de Lourdes, las danzas rituales bajo la luz de la luna o el entierro de cuernos rellenos de boñiga de vaca.
En fin, que seguro que en la Universidad de Santiago habrá quien esté orgulloso de estas cosas. De hecho, hasta presumen de ello en su Xornal. Pero tampoco faltan quienes, desde fuera y hasta desde dentro de la Universidad (como quienes están denunciando este despropósito en las redes sociales, o quienes nos han mandado un correo electrónico avisándonos del disparate) consideran que con este tipo de cosas lo único que hace la USC es llenarse de… bueno, de abono ecológico.
P.S.: Pueden ayudar a difundir la entrada de JM Mulet a través de este enlace.
Fuente: La Lista de la Vergüenza