La quimiofobia es un buen argumento para vender, sobre todo comida. La estrategia consiste en asustarte diciendo que nos están envenenando con las porquerías que ponen en la comida para acto seguido venderte su producto, que por supuesto es natural, sin conservantes ni colorantes (aunque suela haber un asterisco que ponga sin colorantes ni conservantes «añadidos»). Por otra parte una forma de publicitar los productos ecológicos es decir que son más sanos porque los productos convencionales tienen restos de pesticidas y los ecológicos no, y según afirman, esos restos de pesticidas pueden suponer un problema para la salud. El problema, como siempre, viene de contrastar esta publicidad con la realidad, porque acaba quedando claro que es un ejemplo más de publicidad engañosa. No olvidemos que la consumo ecológico es minoritario, y prácticamente nadie puede basar el 100% de su alimentación de productos ecológicos, es decir, que cerca del 90 % de la población se alimenta a base de los «malísimos» alimentos convencionales y el 100% de la población los consume de alguna u otra forma. El volumen de población es suficientemente elevado como para hacer un estudio en condiciones, puesto que si estas afirmaciones son ciertas, todos nos estamos envenenado. Pues lo cierto es que la esperanza de vida sigue subiendo y España goza con la más alta de Europa, a pesar de estar en la cola de consumo de alimentos ecológicos. Este aumento puede tener la consecuencia negativa de que aumenten enfermedades asociadas con la edad como puede ser el cáncer. Incluso con esto, la mortalidad por cáncer está bajando, principalmente por el aumento del diagnóstico precoz. Por lo tanto, vender algo «natural» o «ecológico» argumentando que lo convencional es tóxico, es rotundamente falso.
Por lo tanto si alguien te vende comida ecológica diciéndote que la convencional te está envenenando por los pesticidas, te está engañando. La comida es segura. Las trazas que puedan aparecer en general están dentro de los límites. Y los ecológicos no están libres de pecado ni de pesticidas.
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