Algunos trastornos de la conducta alimentaria son bien conocidos por la población general, me refiero a la anorexia nerviosa y a la bulimia nerviosa. Sin embargo, en este campo existen otros trastornos que no son tan conocidos y/o que al mismo tiempo no tienen diagnóstico sencillo. En todos los casos se trata de enfermedades psiquiátricas caracterizadas por una alteración persistente de los hábitos de alimentación o de las conductas del control del peso que se suelen acompañar de una alteración importante de la salud física y psicológica.
En este terreno, uno de esos trastornos menos conocidos es el conocido como trastorno alimentario compulsivo (TAC) o en inglés “binge eating desorder”. En esencia, los pacientes aquejados de él se caracterizan por realizar atracones similares a los observados en los casos de bulimia nerviosa pero sin que posteriormente se ejerzan conductas compensatorias desproporcionadas tras dichos atracones.
Si te estás preguntando si tú sufres de un trastorno alimentario compulsivo, has de saber que uno de los criterios diagnósticos es que estos atracones se repitan con una frecuencia de al menos una vez a la semana durante un periodo de 3 meses. Otra de las características es que a pesar de no ejercer maniobras compensatorias como en el caso de la bulimia el paciente con TAC suele presentar un sentimiento de culpa, disgusto e incluso depresión tras los atracones. Al mismo tiempo y a pesar de esos sentimientos se suelen sentir impotentes a la hora de evitar que se repitan. En resumen, el trastorno alimentario compulsivo se caracteriza por la presencia de atracones sin mayor control asociados a tres o más de estas circunstancias:
- Comer más rápido de lo normal. Llegado este punto considero que el definir “más rápido de lo normal” no sería ninguna tontería. Está claro que la rapidez extrema será fácilmente identificable, pero ¿dónde esta el límite?
- Comer hasta sentir malestar causado por la plenitud.
- Comer grandes cantidades de alimentos cuando no hay una sensación física de hambre.
- Comer solo o a escondidas debido al sentimiento de vergüenza originado por el volumen de comida que uno come.
- Sentirse disgustado con uno mismo, muy deprimido o extremadamente culpable después del atracón.
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