La especial relación de Pepsi con Rusia comenzó en julio de 1959. Richard Nixon y el líder soviético, Nikita Khrushchev, se encontraban inaugurando la Exposición Nacional Americana en Moscú.
Nuestro joven y aventurado ejecutivo Donald M. Kendall, había instalado allí un quiosco ambulante de Pepsi.
En un momento determinado, Nixon y Khrushchev iniciaron un debate acerca de los beneficios del comunismo frente al capitalismo y viceversa.
Kendall notó que el líder soviético se enjugaba la frente, y literalmente se precipitó sobre él ofreciéndole un refrescante vaso de Pepsi fría.
La fotografía resultante, con Khrushchev bebiendo la Pepsi (fotografía de arriba) fue el mejor anuncio publicitario imaginable, máxime en un país donde estaba prohibida la propaganda capitalista.
Kendall continuó trabajando, y en 1972 negoció un acuerdo de trueque con el gobierno soviético para obtenerlos derechosexclusivos de Pepsi Cola en Rusia, a cambio de los derechos exclusivos de distribución del vodka Stolichnaya en EE.UU., con lo que Pepsi obtuvo la distinción de ser el primer producto de consumo occidental que se elaboró y se vendió en la Unión Soviética.
En la década de los ’80, Pepsi tenía ya 21 plantas, y quería abrir 26 más.
Pero hacer negocios con Moscú no era fácil, y en el marco de las negociaciones para continuar con los derechos exclusivos de Pepsi Cola en el mercado soviético, y la apertura de nuevas plantas, Kendall tuvo que negociar que PepsiCo adquiriera en 1989 la flota de obsoletos submarinos y barcos de guerra rusos.
Y así fue como la compañía PepsiCo, dueña de 17 submarinos de guerra, hipotéticamente se convirtió en algún momento de la historia, en la séptima potencia mundial en flota submarina convencional, de acuerdo con el listado de países por su nivel de equipamiento militar.
El destino de aquellos barcos y submarinos fue el desguace y su venta como chatarra.
Fuente: LA ALDEA IRREDUCTIBLE