Desde hace algún tiempo, el atún rojo ha generado un amplio debate, ya que ha sido objeto de la sobrepesca por pesquerías industriales de América del Norte, Europa y Japón. La Comisión Internacional para la Conservación del Atún en el Atlántico (ICCAT) ha regulado la pesca del atún desde 1970, por lo que ha animado a la asimilación de la mayor cantidad posible de datos sobre el atún rojo, su biología y su ecología permitiendo una mejor regulación de la gestión de las reservas de dicha especie.
Una de las características que más llaman la atención sobre el atún son sus largas migraciones: en primer lugar, realiza una migración con finalidad reproductiva hacia el Mediterráneo, los atunes adultos vienen a través del Estrecho de Gibraltar de la población del Atlántico oriental llegando a sus lugares de desove del Mediterráneo en mayo, donde permanecen sólo hasta finales de julio.
Tras realizar la reproducción en el Mediterráneo, realiza una migración de tipo trófico que atravesando el Estrecho de Gibraltar, se dispersa hacia el Atlántico. A su paso por el área del Estrecho es capturado por las almadrabas españolas. Esta migración desde el Mediterráneo al Atlántico llamada “de revés” se desarrolla, a partir de las observaciones de las almadrabas, en los meses de julio y agosto.
Los diversos muestreos con sondas nos muestran índices de la cantidad de individuos que hay de esta especie. Estos nos indican que tras años de explotación, el atún rojo del Atlántico oriental y Mediterráneo está al borde de su extinción comercial a causa del comercio internacional y un exceso de capturas, en una buena parte ilegales. Según los científicos, su población de reproductores ha descendido en más de un 85%. A pesar de que se ha reducido y controlado la cantidad de atún que puede ser pescado, siguen existiendo los riesgos de la pesca ilegal, por lo que el peligro de extinción de la especie sigue existiendo.
Fuente: Boletín Drosophila