Yogurt con anticuerpos de llama para combatir la infección por rotavirus

Toca Comer. Yogur contra rotavirus. Marisol Collazos Soto, Rafael Barzanallana

Científicos del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), están desarrollando un nuevo yogur que incorpora anticuerpos de llama y podría ayudar a combatir la infección por rotavirus, que afecta al 95 por ciento de los niños menores de cinco años.

Este avance se produce después de que el Grupo de Microbiología Molecular de este centro desarrollara un método para introducir cualquier gen en el cromosoma de una bacteria láctica, de forma estable y sin tener que dejar ninguna información genética adicional.

Tras dicho hallazgo, iniciaron un estudio en colaboración con el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) para modificar genéticamente lactobacilos para que pudieran actuar como agentes inmunizadores, tras haber comprobado que estas bacterias son capaces de colonizar las mucosas de los mamíferos.

Los autores escogieron los anticuerpos de llama porque son más pequeños y sencillos que los humanos, presentan una elevada resistencia a la acidez y a los enzimas gástricos, y una mayor solubilidad.

De este modo, y a partir de llamas inmunizadas contra rotavirus en la Universidad de Utrech, los investigadores aislaron el gen que codifica el anticuerpo específico frente a rotavirus y lo introdujeron en el cromosoma de bacterias lácticas probióticas, para que produjeran en la superficie externa de su pared celular el anticuerpo contra rotavirus.

Tras ingerirse, las bacterias lácticas que producen el anticuerpo específico de llama se unen al rotavirus en el tracto gastrointestinal. Para ello, los anticuerpos adheridos a la superficie de la bacteria funcionan como la pieza de un puzle en la que el rotavirus encaja perfectamente y por la que tiene mayor afinidad que por las células intestinales del organismo hospedador.

Los virus, secuestrados por bacterias que les superan enormemente en tamaño, no pueden unirse a sus receptores de la mucosa intestinal, evitándose así la infección. Además, se ven arrastrados por ellas y son eliminados junto a las heces.

Una vez expulsada del cuerpo y libre en el medio ambiente tras “cumplir su misión”, la bacteria se muere, lo que evita los efectos nocivos que pudiera tener sobre el entorno la diseminación de bacterias modificadas genéticamente.

Tras este hallazgo los científicos están ahora a punto de comenzar los ensayos clínicos del tratamiento a base de estas bacterias, que se podrían tomar como los fermentos lácteos del yogurt “y son, por tanto, de producción sencilla y bajo coste”, según los investigadores.

Una vez que los ensayos clínicos hayan finalizado, los investigadores esperan disponer de un producto lácteo que se configure como una posible alternativa o complemento a la rehidratación oral.

IPLA

 

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