Hace unos días leímos en los diarios que Canadá ha aprobado la producción industrial de huevos del salmón transgénico Aquabounty. Este salmón incluye un gen del salmón real y un promotor que se activa en condiciones de frío por lo que continua creciendo a pesar de la temperatura. Esto permite que crezca en la mitad de tiempo que el salmón normal. Para el medio ambiente es una buena noticia puesto que uno de las críticas a las piscifactorías es que no alivian la presión sobre la pesca ya que para alimentar a los salmones se utilizan harinas de pescado. La ventaja de este crecimiento rápido es que se necesita menos pienso para alcanzar el tamaño óptimo, por lo tanto la huella ecológica será mucho menor.
Por supuesto un proyecto como este suscita dudas ¿pueden escaparse estos salmones? ¿pueden desplazar a las poblaciones nativas? ¿Podría suceder que en un futuro todos los salmones fueran transgénicos? La preocupación por supuesto es legítima y todo esto se ha tenido en cuenta antes de conceder la autorización. Para empezar el crecimiento rápido no supone ninguna ventaja para el crecimiento en la vida salvaje, puesto que llegan antes al tamaño máximo, pero no son mayores que los salmones salvajes. Por otra parte son salmones criados con pienso, con lo que no han desarrollado el instinto de cazar. Si alguno se escapa es que se muera de hambre, y por último (y creo que ese argumento es definitivo) los salmones se esterilizan antes de criarse en los tanques y solo se utilizan hembras, por lo que aunque se escapen y sobrevivan, no pueden reproducirse. Por lo tanto este nuevo desarrollo será bueno para el medio ambiente y además permitirá abaratar el precio de un pescado caro como es el salmón.
Más interesante que la noticia en si misma, es que nos ha brindado un genial ejemplo de lo que es la falacia del principio de equidistancia. El diario “El Pais” se hacía eco de esta noticia. En general los datos objetivos que presenta son correctos, aunque convendría matizar esta información:
Pero el salmón de AquaBounty es el primer animal transgénico que aspira a llegar a nuestros mercados y restaurantes.
Realmente no es el primer animal transgénico que llega al mercado. Parece ser que se les ha despistado los glofish que se comercializan desde hace años en Estados Unidos, peces transgénicos que incluyen la proteína fluorescente GFP, en diferentes versiones, para brillar en diferentes colores.
Artículo completo en: Tomates con genes