Comenta Pere Estupinyà en su genial libro “El Ladrón de Cerebros” que con todo el dinero que se ha invertido en África en concepto de solidaridad en las últimas décadas este continente podría ser el motor del mundo, no obstante sigue siendo el continente más pobre, por lo tanto queda claro que hay algo del modelo de solidaridad y cooperación que no funciona. Por desgracia el modelo está viciado de partida. Si tienes un dinero limitado y unos recursos limitados, pero de verdad quieres ayudar al desarrollo de una región lo normal sería asegurarte que el proyecto que propones vaya a funcionar y que sus resultados sean cuantificables, de hecho en el MIT hay un laboratorio que se dedica solo a esto, a estudiar que proyectos solidarios van a tener más impacto con menos recursos. El problema es que la gente que distribuye el dinero y la que lo recibe no tiene porque ser la más capacitada ni el proyecto el más adecuado. Por ejemplo: una ONG católica nunca repartirá preservativos aunque sea el medio más adecuado para luchar contra el SIDA, al contrario, predicará la abstinencia. Una ONG protestante lo primero que hará será montar una iglesia y repartir biblias, y muchas otras ONG tienen más interés en imponer su ideología que en ayudar al desarrollo.
Hace tiempo denuncié como algunas ONG como “veterinarios sin fronteras” tienen como único objetivo recaudar dinero para objetivos como:
“En ese marco, desde 2008 la CRB-VSF ha venido generando alianzas estratégicas con el CONAMAQ, la CNMCIOB-BS y el MST-B mediante programas y proyectos específicos que tienen el propósito de promover un modelo de desarrollo rural basado en la agroecología, etnoveterinaria, rescate de saberes y tecnología ancestrales, desarrollo de políticas agrarias con enfoque de género, articulación interna de las organizaciones y su relacionamiento sinérgico con otros movimientos campesinos de la región latinoamericana, a razón de temas de común interés“.
Es decir, que un modelo que en Europa solo le sirve a la gente rica, se quiere imponer a base de dinero público en latinoamérica. Otros proyectos son más exóticos como “títeres para la soberanía alimentaria”.
Otras como CERAI directamente reciben financiación de Universidaddes y centros públicos para impartir cursos sobre acupuntura, fitoterapia y homeopatia veterinaria.
El último despilfarro solidario ha venido por obra y gracia de la agencia española de cooperación al desarrollo y ha sido denunciado por el diario Materia:
Resulta que España, principal productor de transgénicos de la Unión Europea está financiando campañas antitransgénicos en Latinoamérica. Estas campañas se dedican a dar por buenos artículos como el de Seralini, que ya ha sido retirado y a difundir información sin ninguna base científica. Por cierto, el uso de los transgénicos ha beneficiado a pequeños propietarios en paises como Argentina, Brasil o la India.
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