No es cierto que tomar agua “baja en sodio” sirva para cuidar el corazón, porque la cantidad de sodio en el agua potable no es significativa (pero el 80 por ciento de la gente sostiene la creencia errónea).
Tampoco es cierto que tomar mucha agua con las comidas dificulte la digestión; al revés, las comidas son una buena oportunidad para tomar agua, si uno se olvida de hacerlo en otros momentos (pero el 27 por ciento de la gente cree que es mejor no tomar agua al comer).
Cuatro especialistas escribieron un trabajo en el que, luego de relevar los errores más generalizados sobre el consumo de agua, subrayan las verdades que la ciencia admite.
Un peligroso error consiste (sostenido por una de cada tres personas) en suponer que los jugos o bebidas gaseosas pueden sustituir al agua: falso, porque son factor principal en la actual epidemia de obesidad; losmecanismos de saciedad que en el organismo, mal o bien, funcionan para los alimentos sólidos, no existen para el consumo de líquidos.
Por eso, “la bebida por excelencia para la hidratación es el agua”: dos litros por día es una cantidad mínima aceptada, pero los que pesan más deberían tomar más. Y el agua de red del grifo tiene nada que envidiarles a las envasadas.
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