Nuestros intestinos están plagados de bacterias de todo tipo, algunas nos ayudan proporcionandonos sutancias difíciles de conseguir para nosotros y otras en ciertos momentos de nuestras vidas, nos pueden hacer pasar unos días horribles. Lo curioso es que a algunas de nuestras vecinas “amigas” como las Bifidobacterium y bacterias relacionadas con el ácido láctico les encanta el chocolate y desde ahora, a nosotros también.
Estas bacterias, a través de diferentes reacciones enzimáticas fermentan el chocolate y producen diversos componentes antiinflamatorios que son absorbidos y actúan a nivel cardiovascular, reduciendo la inflamación y disminuyendo el riesgo de infarto.
Los científicos simularon el tubo digestivo a partir de tubos modificados y así establecieron un transito intestinal. De esta forma pudieron llegar a la conclusión de que el polvo de cacao, un componente del chocolate contiene polifenoles, antioxidantes y una pequeña cantidad de fibra. Estos elementos no son excesivamente digeridos y en el colón son transformados en moléculas de menor tamaño con capacidad antiinflamatoria, pudiendo así ser absorbidos y alcanzar los lugares diana.
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