Todo el mundo sabe que beber en exceso no es bueno para la salud, y ha habido numerosos estudios que han probado su asociación con una mayor probabilidad de sufrir enfermedades como la obesidad. Es más, se quiso saber incluso qué ocurre en el consumo crónico de alcohol. En estos casos, las endotoxinas, macromoléculas presentes en la superficie de bacterias como las que tenemos en nuestro intestino, dejan nuestro tracto digestivo para llegar a la sangre. De allí van al resto del organismo, provocando muchos de los efectos biológicos característicos de este tipo de situaciones (como daños en el hígado). Sin embargo, desde hace unas semanas, conocemos también con más precisión qué ocurre durante un exceso alcohólico agudo. Es decir, cuando nos pillamos una borrachera.
El grupo del Dr. Gyongyi Szabo de la Escuela Médica de la Universidad de Massachusetts invitó a beber vodka (eso sí, disuelto en zumo de naranja o fresa) y a hacerse analíticas posteriores a un grupo de mujeres y hombres sin ningún historial de abuso de alcohol previo. Y los resultados fueron sorprendentes. “Nuestras observaciones sugieren que una borrachera es mucho más peligrosa de lo que se creía” anuncia el Dr. Szabo.
El artículo, publicado en la revista de libre acceso online PLoS ONE, concluye que una sola borrachera, definida como el consumo de más de cuatro bebidas alcohólicas, provoca un incremento rápido y transitorio de endotoxinas en la sangre (como ocurría en el alcoholismo crónico). Sin embargo, este aumento, si bien discreto, es suficiente para tener efectos biológicos importantes en el sistema inmune, el encargado de defender nuestro organismo de todas las cosas extrañas a él. “Encontramos que una única borrachera puede desencadenar una respuesta inmune, lo que impacta potencialmente en la salud de un individuo que de otra manera sería sano” explica Szabo. El incremento de estas endotoxinas se debe probablemente a un aumento en la permeabilidad intestinal asociado al consumo de alcohol, lo que permite que bacterias y sustancias nocivas pasen a la sangre y, de ahí, al resto del organismo. Estas toxinas afectarán al sistema inmune provocando inflamación o destrucción de nuestros tejidos.
Cabe remarcar que el estudio destaca el hecho de que los niveles de alcohol y endotoxinas en sangre que han encontrado en mujeres son mayores que los de los hombres. Sin embargo, no han podido encontrar una explicación a ello. El grupo postula que la diferencia podría deberse a que el volumen de distribución es menor en mujeres que en hombres, pero consideran que este aspecto merece investigación adicional.
Fuente: Alfa-Hélice