La plataforma ALIMENTOS CONCIENCIA celebró el pasado martes un desayuno de trabajo en el que representantes del sector agroalimentario han exigido a la Unión Europea (UE) una política coherente y con base en evidencias científicas. Productores agrícolas y ganaderos y responsables del comercio de materias primas han mostrado su preocupación por la peculiar situación regulatoria que viven los organismos modificados genéticamente (OMGs) en la UE.
Los miembros de la plataforma rechazaron tajantemente la iniciativa presentada por la Comisión el pasado mes de abril que permitiría a los Estados miembros la adopción de normas nacionales para restringir o prohibir por razones no científicas el uso de OMGs. Una propuesta demagógica, irresponsable e incoherente de la Comisión Europea, ya que va contra el impulso a la innovación y al desarrollo tecnológico que la UE ha marcado entre sus prioridades en la Estrategia 2020.
La plataforma ALIMENTOS CONCIENCIA resaltó la incongruencia de esta propuesta y advierte de los graves efectos que podría tener en un mundo globalizado que cada vez necesita producir más alimentos. Durante el desayuno de trabajo, el estadounidense Wayne Parrott, Profesor del Departamento de Cultivos y Ciencias del Suelo de la Universidad de Georgia, recordó que aunque la gente crea que los alimentos que consumimos hoy han existido toda la vida, no es así.
En su exposición citó declaraciones del propio Darwin quien reconoció que el hombre ha alterado tanto las hortalizas que sólo un experto en botánica podría reconocer las variedades silvestres de las que proceden. “Todos los cultivos han sido modificados genéticamente. La modificación genética es una práctica muy antigua, y la ingeniería genética es tan sólo una subcategoría de estas modificaciones”, destacó el experto.
En su exposición, Wayne Parrott resaltó que pese al debate existente en la UE en torno a la biotecnología agraria, la realidad es que los transgénicos forman parte de nuestras vidas desde hace muchos años y son aceptados socialmente. La gran mayoría de la ropa está elaborada con algodón transgénico, al igual que los billetes de toda la zona euro. Otro buen ejemplo es la insulina, obtenida a través de procesos biotecnológicos.
Fuente: fundación Antama