Compras un cóctel de frutos secos, y las enormes y jugosas nueces de Brasil, las nueces o las almendras son lo primero en acabarse, dejando tras de sí un triste mar de cacahuetes y maíz frito. Parte de la culpa de esta pequeña decepción cotidiana se debe a un efecto de la dinámica de fluidos conocido precisamente como Efecto nuez de Brasil.
El hecho de que siempre haya menos frutos secos de los ricos en este tipo de aperitivos también se debe a que el fabricante añade menos (porque son más caros).
En el efecto nuez de brasil intervienen varios fenómenos físicos. El primero es la percolación, que es el responsable de que las partículas más pequeñas fluyan hacia abajo. Los frutos secos más pequeños tienden a ocupar el espacio que dejan los grandes al moverse. Literalmente, se cuelan por debajo de ellos, lo que hace que en cada golpe, los grandes suban un poco más.
El segundo efecto que juega se denomina convección granular. El movimiento de un compuesto granular (arena o arroz) al moverse es similar a la forma en la que el calor se transmite dentro de un fluido. De ahí su nombre. Al agitarlo, el compuesto se mueve en círculos, elevando las partículas desde el centro, y arrojándolas hacia las paredes. Al añadir partículas más grandes, estas simplemente son demasiado pesadas para volver a descender al llegar a los lados.
Ambos efectos no son los únicos que influyen ni mucho menos. La densidad de las partículas, la presión atmosférica y hasta la forma del recipiente influyen en el efecto nuez de Brasil.
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