Listeria monocytogenes. Puede que no le suene el nombre, pero es un peligrosa bacteria que causa graves intoxicaciones alimentarias -principalmente a niños, mayores, embarazadas y personas con las defensas bajas-, que se encuentra en los alimentos y que resiste muy bien el frío. El primer paso para contenerla pasa por conservar la comida en el frigorífico por debajo de los seis grados, o mejor aún, de los cinco, algo difícil de conseguir en las neveras viejas. La alerta fue lanzada hace unos días por la Sociedad Española de Seguridad Alimentaria (Sesal), que incluso planteó la necesidad de un plan Renove para modernizar este tipo de electrodomésticos.
«Muchos frigoríficos suelen estar por encima de los ocho grados de temperatura, y eso es un riesgo. Pero el problema es también la falta de homogeneidad de las temperaturas, que en el fondo de la nevera puede ser de menos un grado y, en la puerta, de doce. Y esto suele ocurrir en los frigoríficos viejos y sin sistemas de ventilación que repartan el aire de forma homogénea», explica José Juan Rodríguez, secretario de la Sesal y profesor de Nutrición y Bromatología en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Para una buena seguridad alimentaria, no solo resulta imprescindible contar con un buen frigorífico, sino también realizar un mantenimiento adecuado del aparato. De lo contrario, hongos y bacterias puede proliferar a discreción. «Si tenemos un equipo con ventilación de aire interior y un termostato que mantenga la temperatura elegida, nos da una garantía de los alimentos que tenemos dentro», constata Juan José Rodríguez.
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