Hace 35 años se publicaron en EEUU las primeras recomendaciones dietéticas dirigidas a sus ciudadanos, con el objetivo de prevenir la obesidad y las enfermedades relacionadas con la alimentación. Desde entonces, han visto la luz nuevas revisiones aproximadamente cada cinco años, con más o menos modificaciones, para adaptarlas, al menos en la teoría, a la evidencia científica más solida y reciente que iba apareciendo
Como se relata en este documento del CNPP sobre la historia de las recomendaciones dietéticas, tras varios años de debate y de puesta en común, en 1977 el Comitte on Nutrition and Human Needs, creado por el senado de EEUU, aprobó las primeras recomendaciones dietéticas. Podría decirse que fueron las madres de todas las recomendaciones sobre el tema, que se redactaron desde dos puntos de vista diferentes:
Desde el punto de vista de los nutrientes:
- Aumentar el consumo de carbohidratos complejos y azúcares desde alimentos naturales
- Reducir el consumo de azúcares refinados y procesados, grasas totales, grasas saturadas, colesterol y sodio (sal)
Desde el punto de vista de los alimentos:
- Aumentar el consumo de frutas, vegetales y cereales integrales
- Reducir el consumo de azúcares refinados y procesados y de alimentos con mucho azúcar
- Reducir el consumo de alimentos con muchas grasas y grasas animales y sustituir parcialmente las grasas saturadas por grasas poliinsaturadas
- Reducir los huevos, mantequilla y otros alimentos con mucho colesterol
- Reducir la sal y los alimentos con mucha sal
- Elegir preferiblemente lácteos bajos en grasas o sin grasas (excepto entre niños)
Las tres ediciones presentaron muy pocas diferencias entre ellas, con siete recomendaciones casi invariables que podrían resumirse de la siguiente forma:
- Seguir una dieta variada. Se justifica por el objetivo de asegurar los aproximadamente 40 nutrientes importantes que necesita el organismo.
- Mantener el peso. Con un mensaje centrado en comer alimentos menos calóricos, reducir las porciones y gastar más.
- Minimizar las grasas totales, las grasas saturadas y el colesterol. En las versiones de 1980 y 1985 se demoniza especialmente el colesterol y en 1990 también se cargan las tintas sobre las grasas saturadas.
- Comer alimentos con adecuada fibra y almidón. Se insta a priorizar los carbohidratos (sobre todo complejos) sobre las grasas, con el argumento de que tienen menos calorías. En 1990 esta recomendación cambia a «Seguir una dieta con abundantes vegetales, frutas y productos de cereales» y se justifica con los argumentos de aportar menos grasas y más fibra. De vez en cuando aparecen referenciados los cereales integrales, aunque de forma un poco confusa y dispersa, cuando se habla de la fibra.
- Evitar el exceso de azúcar. En las ediciones de 1980 y 1985 se hace sobre todo hincapié en el riesgo de caries. En 1990 se da más relevancia al exceso de calorías por este alimento. En todas se niega con especial énfasis que el exceso de azúcar provoque diabetes.
- Evitar el exceso de sal. Basándose sobre todo en que se come más de la que se necesita.
- Si se toman bebidas alcohólicas, hacerlo con moderación.
Pueden descargarse los folletos originales completos en pdf, con todas sus explicaciones detalladas, desde estos enlaces: 1980, 1985, 1990.
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