1. LA PREVENCIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA VICTIMOLÓGICA
Puede definirse la prevención como el conjunto de medidas destinadas a impedir que un determinado evento se produzca, que vuelva a producirse o bien conseguir que se reduzca en frecuencia o gravedad. Una de esas medidas es la
prevención victimal.
Si partimos de la Teoría de la oportunidad, decíamos que para que el comportamiento delictivo se produzca han de concurrir tres elementos: un delincuente predispuesto, una víctima propicia y una ausencia de control.
A efectos de prevención, dada la dificultad que entraña persuadir a quien está dispuesto a cometer el delito, parece evidente que había que actuar sobre la víctima o sobre los sistemas de control. Pero ¿cómo actuar?, pues, por ejemplo, con programas de prevención dirigidos a determinados colectivos especialmente predispuestos a sufrir la victimización, con campañas de concienciación sobre medidas de vigilancia y seguridad, instalación de cámaras de seguridad, incrementando el personal de seguridad, etc.
Algunos autores, como BARBERET, se muestran especialmente críticos con este tipo de prevención, aduciendo que en cierto modo supone una restricción de derechos sobre las personas, sobre las posibles víctimas, en tanto que estas restricciones deberían recaer sobre el delincuente.
A modo de ejemplo, en los delitos sexuales, a fin de evitar agresiones se recomienda no salir de noche, extremar precauciones, etc, o en los casos de robos en domicilios los hogares tienden a convertirse en fortalezas, pero todas estas medidas que suponen una restricción de derechos deberían recaer sobre el delincuente y no tenerlos que soportar la víctima.
Esta teoría, evidentemente, no se sostiene porque se limita a criticar la prevención victimal pero no dice cómo debería actuarse sobre el delincuente para evitar la comisión de delitos.
Hay que tener presente que el principal mecanismo de prevención victimal viene puesto de manifiesto por las campañas informativas.
Por su parte, FELSON y CLARKE se han referido a los medios de control social (formales e informales) y a los individuos como los núcleos esenciales de prevención del delito.
En definitiva, podemos definir la prevención victimal como la aplicación de una serie de medidas modificativas del entorno y de las condiciones de vida de las víctimas potenciales con el objetivo de restringir a su mínimo nivel las oportunidades delictivas.
2. LA IMPORTANCIA DE LA DENUNCIA
La denuncia de la víctima puede producirse inmediatamente después de la agresión o demorarse en el tiempo y conforma un mecanismo posterior del "iter victimae".
La víctima representa la llave del sistema legal, es la que tiene en sus manos la puesta en marcha del sistema penal, ya que la interposición de su denuncia conlleva la actuación del sistema y la corrección del agresor. Su papel cobra especial importancia en los delitos semipúblicos en los que se exige la formalización de la denuncia para poderlos perseguir.
El papel de la víctima se asocia a tres grandes ámbitos:
- Como detector primario de las desviaciones sociales respecto de la norma penal.
- Como cuantificador de los perjuicios y vulneraciones de los bienes jurídicos.
- Y como partícipe en la selección de las respuestas penales.
Podemos decir, por tanto, que la
denuncia, como cooperación victimal, es
núcleo esencial para prevenir la criminalidad.
No obstante, en el comportamiento de la víctima podemos distinguir dos hipótesis: que presente denuncia o que no lo haga. En su decisión influyen una serie de factores, tanto inhibitorios como favorecedores de la denuncia.
A) Factores inhibitorios de la denuncia:
- Motivación insuficiente, apatía o falta de incentivos (p.e. que el perjuicio causado sea mínimo)
- Desconfianza en el sistema, puesta de manifiesto por la falta de protección y el miedo a represalias por parte del victimario. El miedo es un factor disuasorio esencial para abstenerse de formalizar denuncia y puede actuar de dos formas: definitiva (en cuyo caso no habrá denuncia) o temporal (la denuncia se interpone más tarde, lo que genera otros problemas como la pérdida de pruebas).
- La ignorancia o falta de conocimiento, como en supuestos de víctimas dormidas o privadas de conocimiento, mujeres maltratadas que no son conscientes de su situación, etc.
B) Factores favorecedores de la denuncia:
Siguiendo a HERRERA MORENO, se distinguen fundamentalmente los siguientes:
- El sentimiento de deber social.
- El deseo de satisfacción emocional y económico.
- Y la intención de buscar la salida a un conflicto.
De tales hipótesis quizás la segunda es la que supone una mayor motivación para las víctimas, pero lo cierto es que resulta muy difícil que consigan satisfacer sus expectativas a través de la denuncia, por lo que después de una primera experiencia judicial la víctima se piensa mucho más volver a formalizarla.
3. VICTIMAS POTENCIALES Y PROPENSIÓN VICTIMAL
El contenido de este epígrafe no se ve en clase.
4. MODELOS DE PREVENCIÓN
En el ámbito de la prevención victimal podemos distinguir tres grandes modelos de prevención: evolutivo, situacional y social.
a) Modelo evolutivo
Este modelo parte de la idea de que es posible identificar factores de riesgo de la conducta delictiva de los sujetos. Son factores de naturaleza individual, familiar y escolar, que actúan a modo de predictores de la conducta del sujeto, y permiten predecir un comportamiento delictivo futuro. A modo de ejemplo, el fracaso escolar, el abuso de alcohol, el consumo de drogas, etc.
Este modelo propone llevar a cabo programas de intervención sobre estas personas que corren riesgo de delinquir, programas como el adiestramiento en habilidades sociales, el control de la impulsividad, programas escolares, etc. El objetivo de estos programas sería atajar los factores de riesgo asociados a la conducta delictiva.
La principal crítica a este modelo es que se está pretendiendo intervenir en situaciones predelictuales, es decir, ante comportamientos que aún no han llegado a constituir infracción penal, por lo que resulta imposible imponer a los sujetos la realización de tales programas.
b) Modelo situacional
Se fundamenta en la Teoría de la oportunidad (para que el comportamiento delictivo se produzca han de concurrir tres elementos: un delincuente predispuesto, una víctima propicia y una ausencia de control) y trata de evitar la concurrencia de estas tres variables actuando sobre alguna o algunas de ellas.
Como ya se dijo, a estos efectos de prevención, dada la dificultad que entraña persuadir al delincuente, parece evidente que había que actuar especialmente sobre la víctima o sobre los sistemas de control.
c) Modelo de prevención social
Este modelo encuentra su fundamento en la Teoría de la desorganización social.
Dice esta teoría que en las ciudades existen zonas que registran mayores tasas delictivas, denominadas zonas de transición, en las que convive una población en declive, con frecuentes problemas y un gran movimiento de personas, lo que produce esa desorganización social que terminará generando el delito.
Aquí se propone actuar sobre tal desorganización que origina la criminalidad, abogando por instaurar estructuras sociales que hagan disminuir las tasas delictivas.
A modo de conclusión, de los tres modelos citados, a efectos de prevención, parece que el más real es el modelo situacional, ya que el modelo evolutivo presenta problemas de aplicación por su intervención predelictual, y el modelo social no tiene en cuenta que la intervención de las víctimas se encuentra limitada porque se hallan inmersas en la desorganización.