Docentes y padres de alumnos de colegios e institutos vascos han empezado a recibir un mensaje de correo que alerta de los peligros para la salud de la Wi-Fi. El texto, titulado “Carta informativa dirigida a los centros escolares sobre los peligros del WiFi”, está firmado por el colectivo Escuela Sin Wi-Fi, según el cual existe “numerosa evidencia científica” de que este tipo de emisiones de radiofrecuencia resulta peligrosa para la salud. Me he enterado de la existencia del texto gracias a Mikel Ortiz de Etxebarria, profesor de Ciencias Naturales y Biología-Geología en el instituto de Berriz.
Por dejarlo claro desde el principio: lo que sostiene el colectivo Escuela Sin Wi-Fi es mentira. Después de décadas de estudios, no hay ninguna prueba de que las emisiones de radiofrecuencia provoquen cáncer ni ninguna otra dolencia. Los promotores de esta iniciativa están intentando sembrar el miedo entre un colectivo, el de los padres, que lógicamente trata de proteger a sus hijos a toda costa. Y lo hacen con falsedades y ofreciéndose a tener reuniones informativas en los centros. ¿Qué se esconde detrás de tanto altruísmo? Permítanme que sea malpensado.
Resulta que los promotores de la iniciativa son la Organización para la Defensa de la Salud, la Fundación Vivo Sano, la Fundación para la Salud Geoambiental y la denominada Plataforma Estatal contra la Contaminación Electromagnética (Peccem), que supuestamente reúne a asociaciones vecinales. Pero, ¿y las tres primeras entidades? Pues, son la Santísima Trinidad del movimiento antiantenas español. Tienen las tres su sede en el 6º derecha del número 36 de la calle Príncipe de Vergara, en Madrid, local en el que también se encuentra Geosanix, empresa que se dedica a inventar riesgos geoambientales y vender soluciones en forma de asesoría y artilugios de protección. Es decir, el núcleo duro de Escuela Sin Wi-Fi lo componen organizaciones que se dedican al negocio de asesorar a presuntos afectados, defenderles legalmente, hacer auditorias medioambientales y venderles todo tipo de cachivaches frente a una amenaza que no existe. Y no acaba ahí la cosa.
Artículo completo en: Magonia
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