Hoy Cristóbal Montoro presentaba por primera vez unos Presupuestos Generales del Estado, por cierto muy dolorosos, sin utilizar una gran cantidad de papel. Llegaba con una cartulina sobre la que había pegado un pendrive o memoria auxiliar portátil y un código “BIDI”, según el propio Ministerio de Hacienda y la prensa.
Pues bien, con un poco menos de dolor que al ver el contenido de los presupuestos, tenemos que señalar que lo que el Ministro de Hacienda enseñaba en realidad no era un código BIDI, sino un código QR. En este punto, cabe responder a una pregunta: ¿cuál es la diferencia entre un código BIDI y un código QR?
Los códigos QR y los BIDI tienen muchas semejanzas. Pero se diferencian en tres aspectos fundamentales:
Uno: BIDI se genera con un algoritmo de código cerrado, privado y no gratuito. Movistar, Vodafone y Orange tienen licencia para su explotación en España y se necesita la aplicación que ellos proporcionan para poder leerlos, no siempre de forma gratuita. Moraleja: si quieres llegar a más gente, mejor un código QR.
Dos: al ser un código cerrado, no lo puede generar cualquiera. Es decir, tienes que pagar. La empresa Scanlife se ocupa de esto, así como de la descarga de aplicaciones de pago. Moraleja: te cuesta dinero y no llegas a tantos.
Tres: los códigos QR almacenan más información que los BIDI. Moraleja: puedes usarlos para textos pequeños (URLs) o para cosas muy grandes (mensajes de texto o emails).
¿Cómo diferenciarlos cuando los veo?
Los códigos QR se diferencian por tener tres cuadrados más grandes en tres de sus esquinas. Los BIDI no los tienen.
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