Un transistor tenía el tamaño de una aspirina a mediados del siglo XX, pero mide lo que un virus a principios del XXI. Esta increíble historia del transistor menguante, uno de los grandes logros de la tecnología moderna, es lo que subyace a la llamada ley de Moore: que la potencia de los chips se duplica cada año y medio. La palabra ley en este caso no se usa en el sentido de un principio científico universal e inviolable, como la primera ley de Newton o la segunda ley de la termodinámica, sino más bien como en la ley de Murphy, en un sentido jocoso y provisional.
Los inventores del almacenamiento de información no fuimos los humanos. Fue la naturaleza. El ADN, la famosa doble hélice que constituye el soporte de la información genética, es precisamente la base de datos que utilizamos todos los seres vivos desde hace 3000 millones de años.
Dos genetistas de la Universidad de Harvard acaban de dejar al mundo boquiabierto al escribir un libro en la molécula de ADN. En vez de una ristra de ceros y unos, el resultado es una secuencia de a, t, g y c, las bases o letras con que se escriben los genes, pero la idea es básicamente la misma. Y el ADN es el soporte de información más compacto que conoce la tecnología contemporánea, con una densidad de almacenamiento un millón de veces superior a los actuales discos duros.
Fuente: ElPaís.com
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