En realidad poner un cactus cerca de la pantalla de nuestro ordenador sirve para algo: para decorar un poco nuestro espacio de trabajo. Pero para nada más: el cactus no absorbe las radiaciones emitidas por la pantalla, exponiéndonos así a una menor cantidad de radiaciones. Aunque pusiéramos nuestro ordenador en el interior de un invernáculo lleno de cactus, no pasaría nada en especial.
Lo irónico es que este mito tan extendido tiene algo de verdad: los cactus resisten especialmente bien las radiaciones (pueden recibir una dosis de radiación superior al resto de vegetales sin que se noten alteraciones en su fisiología). Pero eso le iría bien, en todo caso, al cactus, no a nosotros.
A continuación viene otro problema con la afirmación del mito: ¿qué clase de radiaciones absorbe el cactus? ¿Ultravioletas? ¿Infrarrojos? ¿Gamma? ¿Las que provocarían que nos convirtiéramos en un personaje más de los X-Men?
Ta vez consiguiríamos reducir la emisión de radiaciones de la pantalla, pero las radiaciones no se sentirían atraídas por el cactus: la única manera de pararlas sería poner los cactus delante de la pantalla… tapándola completamente. Lo cual tampoco resulta especialmente útil si queremos usar el ordeanador: casi es mejor apagarlo, en ese caso.
En cualquier caso, no existe evidencia científica de que la radiación que alcanza nuestros hogares o es emitida por nuestros electrodomésticos afecten a la salud,
Ampliar en: Xataka Ciencia
Licencia CC
Deja un comentario