Parece extraño pero en Salud Mental, existe una dualidad en todo, psicólogos clínicos versus psiquiatras, test psicométricos versus escáneres cerebrales, y dos manuales nosológicos de enfermedad mental que actualmente son CIE 10 elaborado por la OMS y DSM IV por la APA. Los psicólogos clínicos utilizan más el primero y los psiquiatras el segundo
¿Qué diferencias existen?
Clasificación
Diferencias principales entre el DSM-IV TR y el CIE 10
» En el DSM hay una única versión diagnóstico (la CIE tiene versiones diferentes)
» En la CIE 10 en su versión inicial hay un solo eje (se propuso desde su edición la publicación de un esquema multiaxial para ser utilizado en atención primaria) a diferencia del DSM que originalmente es un sistema de evaluación multiaxial. Estos ejes son:
Para la CIE 10
» Diagnósticos clínicos: mentales y no mentales. Todos los problemas del individuo deben enumerarse de acuerdo a los capítulos I al XX.
» Incapacidades: Valora cuatro dimensiones o áreas.
1. Cuidado personal
2. actividades ocupacionales (trabajo remunerado, escolaridad o actividades domésticas)
3. Actividades familiares (regularidad y calidad de las interacciones con familiares y miembros de la casa) y
4. Comportamiento social más amplio (interacción con otros individuos, la comunidad y actividades del tiempo libre)
» Factores contextuales: problemas relacionados con la familia o el grupo de apoyo primario, ambiente social en general, educación, empleo, vivienda y circunstancias económicas, temas legales, antecedentes médicos familiares. Enfoque de la existencia y estilo de vida. Su estructura se fundamenta en el capítulo XXI de la CIE 10 (12)
Para el DSM– IV TR
EJE I: Trastornos clínicos. Otros problemas que puedan ser objeto de atención médica.
EJE II: Trastornos de la personalidad. Retraso mental. Rasgos y mecanismos de defensa particulares
EJE III: Enfermedades médicas, que son potencialmente relevantes para la comprensión o abordaje del trastorno mental del sujeto. Se codifica por CIE. Pueden estar en ejes I y III.
EJE IV: Problemas psicosociales y ambientales que contribuyen de manera significativa al desarrollo o exacerbación de los síntomas. (Ver tabla 1)
EJE V: Es la opinión del clínico sobre el nivel general de actividad del sujeto. Puede realizarse utilizando la escala de evaluación de la actividad global (EEAG) Tabla 2. (9)
» En el DSM tiene mayor importancia la evidencia empírica que el consenso de expertos, al revés que en la CIE.
» La CIE es una clasificación de todas las enfermedades, siendo el capítulo V ó F sólo una parte. Respeta los mismos criterios que para enfermedades orgánicas. (3) .
» Algunas trastornos no figuran con el mismo nombre y en el DSM pueden directamente no figurar (Ej.: neurastenia, los términos neurosis y psicógeno, etc.)
» La CIE es un texto realizado por la OMS, por lo que la realizó un grupo de expertos de distintos países. El manual diagnóstico y estadístico es de EUA. Esto produjo que el primero tuviese definiciones más amplias para poder ser compatibilizadas con las situaciones de diversos países.
Artículo completo en: Psiquiatría NET
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Enlaces relacionados con la psicología:
¿Por qué los psicólogos niegan la ciencia?
¿Experiencia o evidencia? ¿Es posible una psicología científica?
Newsweek
Está bueno que los divanes sean demasiado pesados para lanzarlos, ya que la lucha que se está gestando entre los psicoterapeutas se puso fea. Durante años, los psicólogos que realizan investigaciones (sobre todo en EE. UU.) se lamentaron de lo que consideran una tendencia anticientífica entre sus colegas que tratan a pacientes. Pero ahora se pusieron los guantes. Tras dos años de labor, en un análisis que publicaron este mes en la revista Perspectives on Psychological Science, psicólogos de la Universidad de Wisconsin, encabezados por Timothy B. Baker, acusan que muchos psicólogos clínicos se olvidan de “usar las intervenciones de las cuales hay fuerte evidencia de su eficacia” y “dan más peso a sus experiencias personales que a la ciencia”. Como resultado, los pacientes no tienen la seguridad de que su “tratamiento estará basado en la ciencia”. Walter Michel, de la Universidad de Columbia y quien escribió un editorial anexo, es aun más mordaz. “La desconexión entre lo que hacen los psicólogos clínicos y lo que descubrió la ciencia es una vergüenza inconcebible”, me dijo, y hay un “abismo cada vez mayor entre la práctica clínica y la ciencia”.
Este “abismo” refleja el progreso sustancial que la investigación psicológica hizo respecto a identificar los tratamientos más efectivos. Gracias a pruebas clínicas tan rigurosas como las de, digamos, la cardiología, ahora sabemos que la terapia cognitiva-conductual, o TCC (que se basa en enseñar a los pacientes a razonar sobre sus pensamientos en modos nuevos y más sanos para que actúen de acuerdo con estas nuevas maneras de pensamiento), es efectiva contra la depresión, el trastorno de pánico, la bulimia nerviosa, el trastorno obsesivo-compulsivo, y el trastorno por estrés postraumático, y existen múltiples pruebas que demuestran que estos tratamientos dan beneficios más duraderos con menores índices de recaída que los medicamentos, los cuales sólo pueden ser prescritos por médicos psiquiatras. Los estudios también mostraron que la TCC ayuda a que los alcohólicos se mantengan sobrios, y que la terapia familiar puede ayudar a los esquizofrénicos en sus funciones. La neurociencia identificó también los mecanismos cerebrales que operan en estas intervenciones, dándoles una credibilidad adicional.
Uno no sabría esto si buscara la ayuda de un psicólogo típico. En vez de ello, millones de pacientes reciben una caótica terapia de psicoanálisis, meditación, comunicación facilitada, terapia asistida con delfines, insensibilización del movimiento ocular, y… bueno, “una vez alguien llegó a contar 1.000 formas de psicoterapia en uso”, dice Baker. Aunque muchos tratamientos son efectivos, “son usados con poca frecuencia”, señalan él y sus coautores. “Relativamente pocos psicólogos los aprenden o practican”.
¿Por qué diablos no lo hacen? Hace unos meses, escribí una columna en la que preguntaba, claro, en broma, por qué los médicos “odian la ciencia”, o sea, por qué muchos se resisten a la medicina basada en evidencias. El problema parece ser aun peor en la psicología. Para empezar, dice Baker, los psicólogos clínicos son “profundamente ambivalentes respecto del papel de la ciencia” y “carecen de un entrenamiento científico sólido”, un resultado de programas con poca ciencia, especialmente en los grados en psicología. También, un tercio de los pacientes mejora sin importar qué terapia (si acaso) se le da, “y los psicólogos recuerdan estos éxitos, atribuyéndolos, erróneamente, al tratamiento. Es muy amenazador pensar que nuestra profesión es una broma”.
Al enfrentarlos con evidencia de que los tratamientos que ofrecen no tienen apoyo científico, los psicoterapeutas argumentan que ellos saben más que cualquier estudio lo que funciona. En encuestas, admiten que valoran su experiencia personal sobre la evidencia por investigación, y en 2006 una task force de la Asociación Psicológica de EE. UU. —APA, un grupo de 150.000 miembros dominado por los psicólogos clínicos— le dio el mismo peso a las experiencias personales de la clínica que a la evidencia científica, una postura que defendieron bajo el argumento de que así evitan una “medicina de libro de cocina”. Una encuesta de 2008 hecha a 591 psicólogos con práctica privada descubrió que confían más en su experiencia propia y la de sus colegas que en la ciencia al decidir cómo tratar a un paciente (esto es menos cierto con los psiquiatras, ya que estos médicos reciben un exhaustivo entrenamiento científico). Michel advierte que si se sigue este camino mientras que las aseguradoras demandan una medicina basada en evidencias, la psicología se “desacreditará y marginará ella misma”.
Si la vergüenza pública no ayuda, el equipo de Baker sugiere un nuevo sistema de acreditación para “estigmatizar los programas de entrenamiento y practicantes acientíficos” (la APA dice que el sistema actual exige entrenamiento científico y competencia). Hace dos años, la Asociación por la Ciencia Psicológica lanzó ese sistema para competir con el de la APA. Eso podría generar una nueva generación de terapeutas que apliquen la ciencia, pero no hará algo por quienes ya la practican.
Autora: Sharon Begley
Fuente: herenciageneticayenfermedad
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Enlaces relacionados:
– Psicología para escépticos. Magufos y criminología
– Historia de la Psicología Forense
– La psicología científica y los cuestionamientos al psicoanálisis
– Terapia de Recuerdos Recuperados y Sindrome de Falso Recuerdo
Conocer las siete técnicas psicológicas mas usuales de los estafadores puede ayudar a no ser la próxima víctima de una estafa. Los estafadores son muy listos, en Depsicología indican estas técnicas psicológicas para evitar te engañen.
Parte del éxito de los estafadores es conocer bien técnicas para poder engañar de forma profesional. En Reino Unido alrededor de 3.2 millones de personas han sido estafadas con unas pérdidas de 3.5 millones de libras (mas de cuatro millones de euros). Estos estafadores son hábiles e intuitivos seductores natos que saben aprovechar las vulnerabilidades más usuales para lograr sus objetivos. Frank Stajano, experto de la seguridad en la Universidad de Cambridge, ha estado trabajando con Paul Wilson, artista de timo y autor de la prisa verdadera de la BBC TV para identificar los 7 principios psicológicos principales para llevar a cabo las estafas).
1. Distracción
Los estafadores saben aprovechar bien la distracción. Desvían la atención sobre cosas que prefieren no te fijes y la centran en otras para despistarte. Muchos timos conocidos están basados en la distracción. Como “el timo de la mancha” los [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE]
2. Conformidad social
Stanley Milgram estudió como tendemos a ser obedientes cuando el que nos dice/pide las cosas le creemos alguien con autoridad en la materia. De esta forma la gente deja entrar en su casa a personal que dice ser de la compañía del gas (cuando es falso), y le estafan dinero por reparaciones o revisiones como falsas. La policía recomienda siempre no dejar entrar en casa a nadie sin que se tenga la seguridad de ser cierto. Las compañías del Gas, Agua etc suelen avisar previamente de su visita. Ante la duda no abra la puerta, consulte al teléfono oficial de la empresa.
3. Seguir al rebaño
El efecto de imitación que tiene mucha gente, hace que funcione como una masa o un rebaño. Hacen lo mismo que ven hacer a otros.La gente funciona muchas veces como un rebaño, cree lo que creen otros, hace lo que hacen otros. Salomon Asch, realizó un estudio clasico sobre la conformidad en los años 50. Los resultados mostraban que la gente “es capaz de negar la evidencia aún viéndola para encajar con los demás”. Usar cómplices “o ganchos” que simulan comprar algo es otra técnica que usan los estafadores.
En internet puedes encontrar reclamos de estafadores que te animan a hacer algo que muchos ya han logrado (según ellos). Incluso ponen testimonios de gente que dice haber “confiado” en un determinado producto y estar encantada Antes de gastar tu dinero investiga qué compras y a quien.
4. Falta de honradez
Jugar con el miedo de la gente. En general mucha gente es honrada, pero en condiciones especiales pueden hacer cosas no tan honradas si cree le beneficia. Por ejemplo en las “reventas” de entradas de futbol o conciertos, suelen estar prohibidas. Hay gente que es capaz de pagar mucho por una entrada, y hay estafadores que son capaces de vender “entradas falsas”, porque una vez intentes acceder al estadio y te digan que la entrada no sirve ¿a quien denuncias si lo has comprado en la reventa y tienes miedo te pueda decir algo la policía ?. Muchos estafadores saben que la gente no denunciará por el miedo o la vergüenza de que se sepa han sido timados.
5. Engaño
Trampean a la gente fácilmente, incluso cuando ella piensa que ella está teniendo cuidado. Los espabilado se aprovechan del hecho de que la mayoría de la gente va junto con sus expectativas de qué sucederá en cualquier situación dada. Si el comportamiento el espabilado cabe la situación entonces la gente aceptará lo que ella dice. Ejemplo el timo de unos estafadores que quiere robar mercancías en una empresa. Colocan en la puerta del almacén un cartel “La puerta de acceso está rota, para hacer las entregas llamar al número XXXX”. De esta forma los que trasportan mercancías llaman y son ayudados por los estafadores a descargar esas mercancías que van a robar. Los transportistas son engañado.
6. Jugar con la necesidad y la codicia
Los estafadores son hábiles para jugar con la necesidad. Lamentablemente la gente cuanto más desesperada está es más fácil de manipular. Ejemplo de esto son los timos que “ofrecen trabajos” pero hay que mandar un dinero por adelantado, o llamar a un numero 908 de pago. El timo del toco-mocho es un clásico de como los estafadores saben manipular a las víctimas.
7. La presión del tiempo
Un estudio clásico de cómo la gente toma decisiones bajo la presión de tiempo demuestra lo que saben los estafadores. Cuando no hay tiempo para pensar se toman decisiones precipitadas.
Vía| Spring.org.uk
Fuente: DEPSICOLOGÍA.COM
Bajo licencia Creative commons
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Enlaces de interés:
– Psicología para escépticos. Magufos y criminología
Alice Miller, quien descubrió que los delincuentes reproducen lo que habían sufrido los niños y cuya investigación es una mina de oro para aquellos que han sufrido abusos, aparece en una entrevista con respuestas a preguntas sobre el abuso de los niños y su impacto en la sociedad moderna.
1. ¿Cómo define usted el concepto de «abuso de menores»?
Para mí es un abuso cuando un niño no es respetado, es humillado, engañado o abusado sexualmente. Además, en estos casos raramente se me contradice. Por contra, no puedo informar a los padres que golpear a los hijos es un caso de abuso no carente de consecuencias. En todas partes a esto lo llaman educación práctica. Nos inflijen castigos corporales durante miles de años y son considerados como una forma de educar mejor a los niños. Casi todos los padres de hoy han sido golpeados cuando eran niños y, lamentablemente, se vieron obligados a aprender los principios de sus padres, que esta práctica era segura y justa. Así que este «conocimiento» es erróneo, aunque registrado en el cerebro y la mayoría de la gente encuentra difícil borrarlo. Entender lo contrario, significaría cuestionar a sus propios padres y asustaría a muchas personas. Ellos esperan ser castigados sólo porque la verdad estaba prohibida a los niños.
2. ¿Cómo ve el papel de la religión o la iglesia sobre el abuso contra los niños?
En todas las religiones que conozco, veo la obligación de respetar a los padres y ascendientes, incluso si han golpeado a su hijo. Casi todo el mundo acepta la obligación, incluso si perjudica a su salud, porque el cuerpo no entiende de la moralidad. Él no puede mentir, memoriza el sufrimiento y nos obliga a respetar su propia verdad. Sin mentir a sí mismo no se puede amar y respetar a las personas que han atormentado durante años.
3. ¿Qué experiencias has tenido con los representantes de la Iglesia con respecto a este tema?
Como ustedes saben, escribí cartas al papa actual y su predecesor y también a algunos cardenales, entre ellos el Cardenal Lustiger. Pero sólo he recibido respuestas evasivas. Les pedí que informaran a los padres jóvenes sobre las peligrosas consecuencias del maltrato infantil desde una edad temprana. Debido a que está científicamente probado que causa lesiones en el cerebro. No se muestra ningún interés ni un rastro de compasión por los millones de niños maltratados. Me sentí muy conmovida, como si quisiera dar una receta para una cena de excéntricos. Los detalles de estas conexiones se describen en mi libro «Libres de saber».
4. ¿Cómo afecta el abuso infantil en la sociedad?
Los niños de hoy son los ciudadanos del mañana. Ellos no podían defenderse contra la agresión de sus padres, que estaban en peligro, estaban reprimiendo profundamente su ira para evitar nuevas palizas / castigos. Pero llegados a adultos se despierta la ira, especialmente contra sus propios hijos, pero también impunemente frente a otros que pueden ser utilizados como chivos expiatorios. En una posición superior incluso es posible manipular a todo un pueblo para volcar su rabia acumulada a millones de personas. En mi libro «Derribar el muro de silencio» he utilizado el ejemplo de Ceausescu, ayudandome muchos detalles de cómo actuaba su régimen en Rumanía. Muchas personas suprimen su ira hacia los demás, castigándose a sí mismos por lo que hicieron, como aprendieron en su infancia y sus religiones les obligaban. Enferman, son dependientes de las drogas y medicamentos y sufren de depresión. Ellos no tienen espacio para acusar a sus padres.
Fuente: betapolitique
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Enlaces de interés:
– El encierro de los menores en el siglo XXI
– Talibanes lavan el cerebro a niños con imágenes de vírgenes
– Iglesia Católica en Irlanda: la pederastia y la tortura como norma
Un proceso inconsciente en la relación entre padres e hijos y que recién comienza a comprenderse explicaría por qué 8 de cada 10 adolescentes y jóvenes se mimetizan tanto con los padres que hasta pueden sentir la necesidad de probar la adrenalina de la velocidad, el alcohol y las reacciones violentas para sobrellevar esa pseudoadultez imaginaria.
Así lo demuestra un estudio realizado en más de 700 argentinos y uruguayos de entre 17 y 27 años. A la mayoría, ese proceso de adultización imaginaria los hace sentirse con 5, 20 y hasta 40 años por encima de su edad real. Eso los lleva a experimentar una autosuficiencia y una autoexigencia hasta el punto de no poder tolerar un fracaso, sentir fobia al aprendizaje y copiar de su entorno las emociones, la impulsividad y la violencia, sin los «filtros» de la madurez.
«La simetría entre padres e hijos es un efecto indeseado, involuntario e inconsciente del modelo de crianza más cercano y demostrativo. Además, desde siempre, los hijos copian a los padres desde que son muy chiquitos», precisó la licenciada Claudia Messing, que dirigió el estudio.
A la vez, ese nuevo modelo establece vínculos más simétricos, en lugar de las antiguas jerarquías familiares. «Los de 40 ya son simétricos con sus padres y, a la vez, lo transmitieron a sus hijos. Los más chiquitos son hoy los más simétricos con los adultos, aunque carecen de la flexibilidad emocional necesaria para lidiar con esa pseudoadultez. Son sabios por un lado, pero inmaduros por el otro», agregó Messing, que dirige la Escuela de Posgrado en Orientación Vocacional y Vincular-Familiar.
«Un nene de 2 años que habla como un adulto puede parecer muy gracioso, cuando es un signo que los padres deben observar.»
Este nuevo modelo de crianza, en el que los adultos interactúan de igual a igual con chicos, adolescentes y jóvenes con mayor capacidad intelectual de captar información que generaciones anteriores, tiene efectos no tan positivos.
«Es necesario empezar a afrontar las consecuencias negativas de la simetría, por la que los hijos se contagian de los estados emocionales de los padres y se mimetizan con sus historias.» Para eso, aconsejó no sólo empezar a poner límites con firmeza, sino también «generar una comunicación respetuosa y, cuando un hijo desee escuchar una explicación, estará en la habilidad de los padres la posibilidad de recuperar la confianza en su autoridad».
Noticia completa en: herenciageneticayenfermedad
Este estudio ilustra, de forma bastante dramática, un engaño bastante común del que suele ser objeto la memoria: la sugestionabilidad.
El experimento, desarrollado en la Universidad Estatal de Iowa, muestra un diseño muy simple pero sus repercusiones son inmensas para el campo de la Psicología Forense. A los participantes les mostraron un video de una cámara de seguridad donde se observaba a un hombre caminando hacia una tienda. El video solo duraba 8 segundos pero fue pasado con lentitud para que las personas pudiesen apreciar la mayor cantidad de detalles posibles aunque verdaderamente, por la calidad de la cinta, se podían vislumbrar muy pocas peculiaridades.
Después de haber visto el video a los participantes se les dijo que aquel hombre era un asesino que una vez que desaparecía de la vista de la cámara de seguridad entró en la tienda y mató al guardia. Esta información era verdadera, sustentada en un caso real.
A los participantes se les dijo que su tarea sería identificar al asesino entre cinco fotos, las cuales habían sido verdaderamente utilizadas en el caso original solo que en el experimento se excluyó la foto del verdadero asesino.
En este punto se dividió el grupo en tres subgrupos:
Posteriormente a cada persona se le preguntó cuántos aspectos o factores habían utilizado para identificar al sospechoso, cuán seguros estaban de sus decisiones, cuán bien habían podido observar al hombre del video y si podían brindar detalles de su cara.
Los resultados mostraron que el simple hecho de felicitar a las personas por haber elegido correctamente al sospechoso provocaba un gran efecto en sus reportes: automáticamente reconocían que estaban muy seguros de su elección y por lo tanto sus juicios eran muy confiables; reconocieron que habían tenido una buena panorámica del asesino y que la identificación había sido muy fácil. Así, brindar una retroalimentación positiva catapultó la confianza de los participantes haciéndoles creer firmemente que su juicio era del todo acertado.
Sólo el 15% de las personas a las que se le dijo que se habían equivocado realizando la identificación continuaban confiando en su juicio mientras que el 50% de las personas a las que se le brindó una retroalimentación positiva aumentaban su seguridad en la identificación errónea.
En una segunda parte del experimento se deseaba valorar cuán conscientes eran las presuntos testigos sobre la incidencia de la retroalimentación. Es decir, si se habían percatado que después de las palabras de los investigadores su confianza aumentaba o disminuía.
Los resultados ya deben imaginarlos: las personas no se daban por aludidas ni creían que las palabras de aprobación o desaprobación de los experimentadores pudiesen variar lo que ellos habían «visto».
Los investigadores aseveran que el fenómeno de la retroalimentación positiva no es necesario que transcurra a través de palabras sino que pueden bastar simples señales extraverbales de satisfacción de las fuerzas policiales. Así, estas señales podrían ser las causantes de las certezas que muchos de los testigos oculares presentan en los juicios cuando realmente su conocimiento sobre los hechos o su capacidad de identificación no son tan sólidos como para condenar a una persona.
Fuente: Rincón de la Psicología
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– Para algunos, el decir la verdad no es una decisión consciente
La psicología forense es una rama de la Psicología que se ocupa de la criminalística. Es una división de la psicología aplicada relativa a la recolección, análisis y presentación de evidencia psicológica para propósitos judiciales.[1] Por tanto, incluye una comprensión del derecho penal en la jurisdicción relevante para poder realizar evaluaciones legales e interactuar propiamente con jueces, abogados y otros profesionales del derecho.
Los psicólogos forenses a menudo han de prestar testimonio, o evaluaciones en los procesos, tanto civiles como penales. A pesar deser considerada como una especialidad psicológica relativamente reciente, la psicología forense se introdujo hace más de cien años atrás. En 1873, Wilhelm Wundt fundó el primer laboratorio de psicología en Leipzig (Alemania). Fue su trabajo el que refinó y estableció el método experimental, que se aplica a la psicología. Llevó a cabo experimentos en el campo legal en áreas tales como el testimonio de testigos y la evaluación de criminales que se siguen utilizando en la actualidad.
Hugo Munsterberg fue uno de los primeros psicólogos en prever cómo la ciencia forense podría beneficiar al sistema jurídico. Estudió con Wilhelm Wundt, en Alemania antes de mudarse a los Estados Unidos en 1892. A continuación, estableció un laboratorio en la Universidad de Harvard con el propósito de llevar a cabo experimentos sobre cómo la psicología puede ser aplicada al sistema jurídico. Su investigación incluye experimentos sobre confesiones falsas, el papel de la hipnosis en la sala de audiencias y la memoria de los testigos.
En 1895, mientras era Jefe del Departamento de Psicología, Antropología y Filosofía en la Universidad de Columbia, James McKeen Cattell comenzó a realizar experimentos que actualmente se consideran la raíz de la psicología forense. Planteó a varios estudiantes una serie de preguntas, efectuando el seguimiento de sus respuestas y la valoración de su exactitud. Sorprendentemente, los resultados demostraron un alto grado de inexactitud. Este estudio influyó fuertemente en la psicología del testimonio. Como psicólogo conocido de la época, y el cofundador de la Psychological Review, una de las metas Cattel fue el de establecer la psicología como una ciencia de buena fe.
En 1908 se publicó Munsterberg un libro sobre el tema de la aplicación de la psicología a los juicios legales. El libro «On the Stand«, fue un paso importante para la psicología forense. En 1917, un alumno suyo, William Marston, afirmó descubrir una correlación (que actualmente se considera falsa) entre la presión arterial y la mentira, que fue un factor clave en el desarrollo del detector de mentiras, dispositivo pseudocientífico, que la mentablemnet se usa por algunos sectores «magufos».
Fue a principios del siglo 20 cuando los psicólogos empezaron a actuar como peritos en los juicios, un precedente establecido por Marston en 1923, cuando testificó en el caso de Frye contra los Estados Unidos. No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando los psicólogos fueron plenamente reconocidos como testigos creíbles. Hasta el punto que los médicos eran considerados como testigos superiores. a pesar de supuestamente no tenían el grado de conocimientos sobre las condiciones mentales poseído por los psicólogos entrenados.
Desde ese momento, y especialmente en los últimos treinta años, la psicología forense ha sido tenida en cuenta. En 2001, la psicología forense fue reconocido por la Asociación Americana de Psicología como una especialización en el campo de la psicología.
Actualmente en algunos países, los psicólogos forenses también proveen recomendaciones con respecto a la sentencia y al tratamiento que debe seguir el acusado, así como cualquier otra información que el juez requiera, como la referida a factores atenuantes, valoración de riesgo futuro y evaluación de la credibilidad de los testigos. La psicología forense implica también capacitar y evaluar a policías u otro personal oficial para proveer perfiles criminales a las fuerzas del orden.
Fuentes:
– Psicología forense (Wikipedia)
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Enlaces relacionados:
– La web de Maco048. Noticias: polígrafo
– Grafología y recursos humanos, pseudociencia del poligrafo
– La máquina de la ¿verdad?. Magufos y criminología
– Polígrafo y telebasura « magonia « Blogs El Correo Digital
– Planeta Escepticismo (agregador)
– Psicología para escépticos
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Durante el año 2009 se han sucedido las denuncias a los centros de internamiento de menores, algo que plantea varias cuestiones sobre el tratamiento que otorga la sociedad española a uno de los grupos sociales más vulnerables. Si en febrero de este año fue el Defensor del Pueblo quien realizó un informe en el que se sacaban a la luz los abusos que sufren los menores en muchos de estos centros, en diciembre ha sido Amnistía Internacional (AI) la que ha confirmado esas torturas del siglo XXI. En el centro del debate la cuestión de la privatización de la protección social de los menores.
Las leyes que desde comienzos de esta década regulan las diferentes intervenciones respecto a los menores desprotegidos o a los menores infractores dejan en manos de las empresas privadas -léase ONGs- la gestión de la mayoría de los centros (provisión de los recursos materiales, gestión de los recursos humanos y responsabilidad de la vida de los menores mientras están por algún motivo bajo su tutela). La adjudicación de estos centros se lleva a cabo a través de subastas al mejor postor, en muchos casos, al que menos cobra por la prestación de servicio. Las direcciones de estas empresas de gestión de lo social se encuentran ante la compleja tarea de tener que garantizar la seguridad para que los menores no se escapen del centro, al tiempo que tratan de inculcar un buen comportamiento en el interior del mismo. Además procuran que la labor educativa que se les encomienda pueda ser presentada (representada) en las mejores condiciones a las instituciones que les procuran las subvenciones.
De esta forma, podemos encontrar que las diferentes empresas que dirigen estos centros desarrollan “métodos” terapéuticos, de reinserción, de intervención social, educativa, o como quiera llamárseles, que inciden siempre en un mismo objetivo: controlar la conducta de los menores mientras residen en los centros.
En cualquiera de estos centros podemos encontrar un grueso de jóvenes que provienen de los mismos barrios deprimidos, de familias con bajos recursos sociales, económicos y culturales. Estos menores internados son calificados como conflictivos sociales, o por otra parte, como menores infractores porque están cumpliendo alguna medida judicial por haber cometido algún delito. Por otro lado, hay en estos centros algunos menores de familias de las clases medias que en su mayoría han cometido algún delito grave o muy grave. Los menores de estas familias llamadas eufemísticamente “normalizadas” -los cuales han cometido alguna infracción no muy grave- son etiquetados como “no conflictivos”, lo que les exime de entrar en estos centros, beneficiándose de otras medidas centradas en su hogar.
Para llevar a buen término las misiones que les encargan a estos centros, lo primero es hacer creer a los menores, a los padres, a los educadores, y a la sociedad, que los problemas son de los menores, que son problemas de comportamiento, y nunca reconocer las causas sociales de esos problemas, porque sino, estos centros y esos métodos no tendrían razón de ser. Esta psicologización de los problemas sociales, es decir, la adjudicación de características psicológicas a los problemas de los menores, no hace sino crear estructuras que yerran en su intento de solución individual de los problemas sociales.
Autores: Miguel Ángel Alzamora y Andrés Pedreño
Artículo completo en: Foro Ciudadano
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Enlaces de interés:
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El neurocientífico italiano Marco Iacoboni ha conseguido fotografiar por primera vez su mayor objeto de deseo: una neurona espejo humana. Desde su laboratorio en la Universidad de California en Los Ángeles estudia cómo estas células regulan la imitación, el aprendizaje y la empatía. También es un activo divulgador. Su libro Las neuronas espejo (Katz) se ha publicado recientemente en España, donde está de visita para explicar sus hallazgos que, para él, significan una revolución capaz de mejorar el tratamiento del autismo y hasta conseguir una sociedad con más empatía.
¿Qué están haciendo nuestras neuronas espejo ahora mismo?
Mientras le miro, mis neuronas espejo que controlan las expresiones faciales están activándose a pesar de que mi expresión no cambie. Estas células controlan el movimiento de la cara o la mano, pero también un grupo especial se enciende cuando veo a otras personas realizar esas acciones. Esto supone una revolución sobre lo que sabíamos del cerebro. Antes pensábamos que había partes del cerebro que controlaban los músculos, otras que ven, otras que procesan sonidos, y todas repartidas en pequeños departamentos. Ahora sabemos que las neuronas que se encienden cuando cojo una taza de té o cuando le veo a usted cogerla son las mismas. Entienden inmediatamente lo que está haciendo porque imitan en mi cabeza lo que hace.
¿Cómo pasan de la imitación a la empatía o el lenguaje?
Si le veo sonreír, mis neuronas espejo imitan la sonrisa en mi cerebro y mandan señales a los centros emocionales que evocan los sentimientos asociados a la sonrisa. En cuanto al lenguaje, las neuronas espejo se descubrieron por primera vez en una parte del cerebro de un mono homóloga al área humana del lenguaje. La idea es que, antes de que los humanos fuesen capaces de comunicarse con palabras, lo hacían con gestos, algo en lo que las neuronas espejo son muy útiles, pues controlan mis manos y también decodifican los movimientos del otro. Crean una paridad entre nosotros. Después, a través de la evolución, las propiedades de estas neuronas derivaron al lenguaje. Ahora sabemos que las áreas de mi cerebro que se activan mientras hablo se encenderán también mientras le escucho.
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¿Si estamos diseñados para la empatía, cómo se explica la violencia?
Desafortunadamente, también se debe a las neuronas espejo. Nos ayudan a imitar. Esto se amplifica cuando hay conflictos, especialmente los étnicos. Puedes no ser un tipo violento, pero si todos los miembros de tu etnia te dicen que hay que exterminar a los rivales, te verás involucrado en una especie de psicología de banda a la que contribuyen las neuronas espejo.
¿Cree que sus descubrimientos pueden enseñar a la gente a entender al otro y no odiarlo?
Sí, esa es una de mis grandes esperanzas. Las neuronas espejo funcionan a un nivel subpersonal, es decir, no somos conscientes de ellas. El ser humano las ha tenido y utilizado durante miles de años sin saber que existían. Ahora lo sabemos, por lo que pasan a un terreno explícito.
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Entrevista completa en: Público.es
Bajo licencia Creative Commons
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Enlaces relacionados:
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– La psicología de la violencia extrema
– Hay que reflexionar sobre los patrones de machismo y violencia en la juventud
En su última película, es como si Tarantino se hubiera limitado a trasladar los malditos bastardos de Reservoir dogs hasta la Alemania nazi. Pero los criminales de guerra no son sólo psicópatas corrientes, pese a compartir los rasgos comunes de la «personalidad autoritaria«. De esto trata un artículo publicado en Frontiers of Behaviorial Neuroscience.
La principal diferencia parece residir en el hecho de que los serial killers y psicópatas comunes no estarían capacitados para desarrollar una «teoría del mundo» capaz de reivindicar su empleo de la violencia, a diferencia de los criminales de guerra (Hitler, Stalin…) que fueron capaces de crear ideologías racionalizadoras de la crueldad.
La personalidad del psicópata agresor, sea político o casero, está marcada por lo que llaman «síndrome autoritario», que incluye: egocentrismo extremo, crueldad, ausencia de remordimientos y polarización social (idealización del grupo de pertenencia y estigmatización del grupo percibido como amenaza). El hecho de que otros rasgos característicos, como la culpabilización de la víctima, sean psicológicamente destructivos explica que muchos de los conflictos basados en violencia extrema sólo puedan resolverse de forma agónica. La encarcelación o la terapia difícilmente resuelven el problema porque habitualmente son procedimientos que sirven para reforzar las justificaciones y las narrativas de los violentos.
Algunas disfunciones sociales son fuertes predictores de la personalidad autoritaria: maltrato infantil, violencia interparental, ruptura familiar o bajo nivel socio-económico. Lo que es más grave, ciertas circunstancias sociales favorecen el camino hacia el genocidio. La brutalización de la sociedad, el triunfo del «consenso fascista» y un evento desencadenante (como el revés de la campaña oriental nazi en la II guerra mundial) pueden convertir a un puñado de «malditos bastardos» en criminales políticamente útiles.
Fuente: La revolución naturalista
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Enlaces de interés:
– La web de Maco048. Noticias: Psicología
– La web de Maco048. Noticias: violencia
En el historial del delincuente sexual encontramos datos que nos hablan de desintegración familiar, ausencia de supervisión por las figuras de autoridad, carencia de afecto y cuidados. En general, suelen ser infancias rodeadas de condiciones poco favorables.
Las dificultades que encuentra para integrarse socialmente vienen de la mano de su falta de seguridad y afecto. Estas carencias marcarán unas características típicas en este tipo de delincuentes: su carácter sádico y dominante. Las necesidades y deseos emocionales que experimentan suelen encontrarse en la base de su tendencia a cometer delitos.
Suelen mostrar una gran inseguridad, lo que se traduce en comportamientos tímidos, inhibidos y retraídos, lo que dificulta la comunicación interpersonal, los vuelve desconfiados y carentes de afecto a lo largo de todo su desarrollo.
Los pensamientos que les dominan suelen ser del tipo obsesivo de contenido sexual. La comunicación que mantiene con su entorno tiende a ser infantil, con numerosas carencias en el plano verbal. El contenido del lenguaje es pobre o, por el contrario, con gran riqueza de detalles.
Padecen graves trastornos de la afectividad por los conflictos sexuales que experimentan. Son personas dependientes, con una baja autoestima y elevada angustia. La angustia experimentada proviene del intento de controlar sus impulsos sexuales y no poder hacerlo. Existe alteración de la conciencia y tiene tendencia a negar sus conflictos y sus comportamientos asociales y agresivos. Como estrategia para disminuir sus sentimientos de culpa atribuye el ataque sexual a su víctima. La atención y la percepción se encuentran fuertemente influida por el contenido sexual de los problemas que padece.
La inteligencia suele ser inferior a la normal, aunque no hablamos de personas con retraso mental.
Pobre e inestable adaptación a la realidad y profunda dificultad para mantener relaciones afectivas estables.
Con el paso de los años se va produciendo un deterioro progresivo de los valores morales y sociales, lo que va acentuando su peligrosidad.
Fuente: Psicología Policial
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Enlaces de interés:
El equipo del área de Estudios Penitenciarios del CESC, integrado por Carolina Villagra, Carolina Viano, Olga Espinoza y Fernando Martínez, expuso su proyecto, junto al segundo y tercer lugar, en el seminario «Rehabilitación y reinserción de infractores de ley: Un desafío pendiente» que se realizó el 11 de agosto de 2009, en el hotel Intercontinental.
En el seminario se presentó, además, el destacado experto mundial y profesor de Justicia y Desarrollo Humano de la Escuela de Derecho de Queen’s University Belfast, Shadd Maruna
Proyecto piloto
El proyecto «Volver a confiar» se plantea como un proyecto piloto de reintegración a nivel local, que opera en la comuna de La Pintana y busca contribuir a la reinserción social de hombres y mujeres que han sido condenados por infracciones a la ley penal, a través de la ejecución de un modelo de gestión basado en el acompañamiento individualizado y en la promoción del acceso a los servicios y programas sociales disponibles en su comunidad.
En su primera etapa participan 30 personas, la apuesta para este grupo de hombres y mujeres es reducir la reincidencia delictiva, mejorar los niveles de acceso a programas y servicios centrales y locales del beneficiario directo y su familia y también fomentar la inserción ciudadana.
La instalación del proyecto requirió de un enorme esfuerzo coordinado entre instituciones públicas, privadas y académicas, con el objetivo de generar un modelo de atención postpenitenciaria a nivel local, que pueda convertirse en política pública, para el beneficio de infractores, víctimas y la sociedad en su conjunto.
Para cumplir estos fines, CESC estableció convenios de trabajo con Ministerio de Justicia, SEREMI de Justicia, Gendarmería de Chile, Municipalidad de La Pintana así como alianzas con el Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, Corporación de Asistencia Judicial y Patronato de Reos.
Fuente: Universidad de Chile
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Enlaces relacionados:
– La web de Maco048. Noticias. Cárceles
– El gran dilema: pena de muerte o prisión perpétua o penas máximas
Los psicólogos que analizan el comportamiento moral han diseñado una gran cantidad de experimentos para intentar averiguar cómo “funciona” en el hombre, estudiando cómo decidimos engañar o jugar de acuerdo con las reglas, mentir o decir la verdad. Y los resultados son sorprendentes, en algunos casos perturbadores. Por ejemplo, hemos basado nuestra sociedad en la suposición, no probada, de que decidir decir la verdad o mentir está dentro de nuestro control consciente. Joshua Greene y Joseph Paxton, ambos de la Universidad de Harvard, han publicado un artículo en los Proceedings of the National Academy of Sciences según el cual el ser honesto, el decir la verdad, es automático (léase no sometido a una decisión consciente) en algunas personas.
Greene y Paxton registraron la actividad cerebral usando imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés) de los voluntarios del experimento mientras tomaban la decisión de mentir o no. A los sujetos se les pedía que predijesen el resultado de tirar una moneda al aire, pero que no lo dijesen hasta que la moneda cayese, con lo que tenían la oportunidad de mentir. Para motivarlos, se les pagaba por predicción correcta. Como control, otro grupo decía sus predicciones antes de que la moneda cayera. Posteriormente los investigadores midieron el nivel de éxito usando la estadística: se identificó a los mentirosos como aquellos que acertaban más de lo que la probabilidad era lógico que permitiese.
Greene y Paxton habían formulado la hipótesis de que si decidir decir la verdad era un proceso consciente (el resultado de resistir la tentación) las áreas del cerebro asociadas con el autocontrol y el pensamiento crítico se iluminarían cuando los sujetos dijesen la verdad. Si fuese automático, esas áreas permanecerían oscuras.
Lo que encontraron es que la honestidad es un proceso automático, pero sólo para algunas personas. Al comparar los escáneres de las pruebas con y sin la oportunidad de engañar, los científicos encontraron que para los sujetos honestos, el decidir decir la verdad no supone una actividad cerebral extra. Pero para los otros, el grupo deshonesto, tanto mentir como decir la verdad requiere actividad extra en las áreas asociadas con el pensamiento crítico y el autocontrol.
Estos descubrimientos, el automatismo de algunos actos que se suelen considerar decisiones conscientes, vienen a añadirse a todo un corpus que se ha venido publicando al respecto en los últimos tiempos. De algunas de estas publicaciones nos hemos hecho eco en Experientia docet (ver aquí). En un artículo reciente John Bargh, psicólogo social de la Universidad de Yale (EE.UU.) especializado en respuestas automáticas, afirmaba que incluso nuestros procesos mentales superiores, desde la persistencia a la hora de realizar una actividad a la creación de estereotipos sociales pasando por pararse a ayudar a una persona necesitada, se realizan espontáneamente como respuesta a estímulos ambientales. Paralelamente, John Haidt, Universidad de Virginia, se hizo conocido en el mundo de la psicología por los numerosos estudios que realizó en los que probó que hacemos juicios morales, como los que se suscitan en el dilema del tranvía, basándonos completamente en nuestras emociones y somos incapaces de explicar lógicamente porqué algunas cosas están bien y otras mal.
El estudio de Greene y Paxton sugiere que la honestidad en particular es automática sólo para algunos, lo que se puede interpretar como que una parte de la población es honesta de forma natural mientras que a otra le cuesta decir la verdad. Esto recuerda a esa idea evolutiva de que los que engañan y los honestos deben coexistir en un porcentaje dado dentro del reino animal. El clásico ejemplo de los cucos y los pájaros que crían las crías de cuco. ¿Existirá ese porcentaje en los humanos también?
Referencia:
Greene, J., & Paxton, J. (2009). Patterns of neural activity associated with honest and dishonest moral decisions Proceedings of the National Academy of Sciences, 106 (30), 12506-12511 DOI:
Fuente: Experientia docet
La puerta se abre y Sergio Rulicki entra con furia sin decir una palabra. Sólo extiende la palma de la mano, perpendicular al piso, como saludo. Es un apretón fuerte y sostenido. Y ahí sí: “Mucho gusto”, dice. Este antropólogo de la UBA y doctor en comunicación social por la Universidad Austral sabe la importancia del lenguaje del cuerpo. Al fin y al cabo, a eso se dedica desde hace 20 años. “La comunicación no verbal manifiesta constantemente nuestras emociones, juicios e intenciones –arremete–. Los gestos y las posturas expresan nuestro carácter y nuestros estados de ánimo, indican aceptación o rechazo y reflejan tanto la sinceridad como los intentos de engaño”.
Como el personaje del doctor Cal Lightman (Tim Roth) de la serie de Fox Lie to me (lunes a las 22) que aplica sus conocimientos para detectar a asesinos, violadores, secuestradores, Rulicki presta atención a cada gesto facial de su interlocutor, el revoleo de las manos, el arqueo de las cejas. Y al hacerlo, Rulicki interpreta, decodifica y lee un texto –el del cuerpo– ahí donde la mayoría sólo advierte movimientos ciegos y simplemente decorativos.
–¿Cuando comienza el estudio de la comunicación no verbal?
–Charles Darwin, por ejemplo, fue el primero en proponer que la expresión facial de ciertas emociones era universal para toda la humanidad, es decir, de origen biológico, y que estaban ligadas a la evolución. Estudió las expresiones faciales de su bebé y de su perro y escribió en 1872 su libro La expresión de las emociones en el hombre y los animales.
–¿Y cuándo comienza a asentarse como disciplina?
–A partir de los 60, en Estados Unidos. La cultura norteamericana puede ser clasificada como self-monitor, automonitora. Sus miembros son entrenados inconscientemente desde la más temprana infancia para prestar atención y llevar un registro interno de su actuación social. Es un tipo de comportamiento estratégico muy diferente al de las culturas latinas, donde las convenciones sociales importan menos en relación con lo que se esté sintiendo. Se considera una virtud expresarse “auténticamente” sin importar cuán disruptivo puede ser eso en las relaciones.
–Se valora más la descarga en el momento.
–Sí. En realidad, muchos de los comportamientos que ponemos en escena son heredados biológica y culturalmente. Por ejemplo, mirar más o menos al rostro de las personas tiene que ver con los patrones que imitamos de nuestros padres en la infancia. La mirada es una forma de establecer un puente, un contacto que es cuasifísico entre las personas. Somos muy sensibles a la mirada, tanto que detectamos a través de algún sexto sentido si alguien nos está mirando fijo. Se supone que mirar mucho al rostro a otras personas es invasivo porque de hecho es algo que ocurre básicamente en situaciones o relaciones íntimas. Mirar prolongadamente a los ojos a otra persona ocurre entre enamorados o entre dos personas que están a punto de agarrarse a las piñas.
–¿Todos tenemos las mismas expresiones?
–Todos expresamos las mismas emociones a través de las mismas constelaciones de expresiones faciales aunque hay gente con cejas naturalmente puestas en una posición que denota tristeza, aunque no significa que estén tristes. Además, no todas las culturas responden con las mismas emociones ante las mismas situaciones. Por ejemplo, los creyentes de la religión hindú en Bali consideran los entierros como una situación de regocijo. O sea, a pesar de que los deudos sientan tristeza, la cultura les pone en el rostro una cara sonriente.
–¿Cuáles son las partes del cuerpo que más comunican?
–Principalmente, el rostro. Es la parte del cuerpo privilegiada para la expresión de las emociones. Además, porque está mucho más ajeno a la posibilidad de control consciente, excepto en caso de personas entrenadas, como actores o políticos.
–¿Y para qué sirve leer la gestualidad ajena?
–Para lograr mayor empatía, reducir las posibilidades de conflicto. La intención de esto es que nos comuniquemos cada vez mejor. Que tengamos más conciencia sobre nuestros procesos emocionales y comunicativos. No para manipular al otro.
–¿Pero usted puede estar todo el tiempo analizando los comportamientos ajenos y propios? ¿No lo estresa?
–No, la verdad que no. En general, facilita la comunicación y mejora las relaciones interpersonales. Con ciertos conocimientos de comunicación no verbal, la gente puede elegir comportarse de una manera y no de otra. Estas técnicas son muy importantes para la docencia, por ejemplo.
–¿Y qué analiza del apretón de manos?
–Básicamente, hay tres posiciones de la palma que implican tres actitudes diferentes. Cuando ofrecés la mano con la palma hacia arriba, mostrándola, es un gesto empático, abierto. La persona está en una posición de cierta inferioridad, le está cediendo la iniciativa y el control a la otra persona. O le está manifestando confianza.
–¿Qué otro tipo de apretón hay?
–Con la palma hacia abajo, que es posición de dominación. Es una estrategia negativa. Tiene dos significados posibles: el del control basado en la inseguridad y el de la dominancia agresiva. Para promover intenciones recíprocas y colaborativas, yo siempre doy la mano con la palma en posición perpendicular. Implica un trato de igualdad. También son importantes la fuerza del apretón y el contacto visual, por ejemplo. Si no hay contacto visual hay una huida de la interacción, una falta de reconocimiento del otro.
–O sea, mientras hablo mi gestualidad puede decir otra cosa.
–Sí, se puede decir lo mismo, algo complementario o decir todo lo contrario. Puede no ser una completa mentira. Hay niveles de mentira. No es lo mismo una mentira descarada donde hay intención de engañar a otro que una tergiversación de la verdad.
–O mentiras blancas.
–Sí. Yo hice mi investigación doctoral sobre las sonrisas humanas. Hay más de cuarenta categorías.
–¿Por ejemplo?
–Las bilaterales y las unilaterales. Cuando se elevan las dos comisuras o cuando se eleva una sola. Las sonrisas unilaterales están en el 90% de los casos relacionadas con emociones no positivas, no colaboran con la armonía, el buen trato, la colaboración. Son perturbadoras de las relaciones sociales y son prototípicas de la culura nacional argentina.
–¿En qué consistió su investigación?
–Me esforcé en decodificar un cierto grupo de sonrisas, las sonrisas unilaterales, expresión típica del “langa”, del canchero. Pero también ocurre que aparece mezclada con las cejas en posición de tristeza. La conclusión de mi estudio es que en ese caso hay un manejo narcisista de la tristeza. La persona está triste y no sólo no quiere que los demás descubran su tristeza sino que además quiere aparecer con una fachada ganadora más que aparecer contento.
–¿Y los brazos?
–La interpretación del cuerpo y las posturas, a diferencia del rostro, es mucho más relativa. Puede que la persona tenga frío o esté cansada. No implica siempre estar cerrado emocionalmente. La cultura va entrenando a la persona. Otros gestos importantes son las manipulaciones del rostro: frotarse el mentón está relacionado con un estado cognitivo de evaluación; el acto de rascarse la nariz está relacionado con emociones negativas. En algunos casos con la mentira. Elevar con la mano el extremo externo de una ceja es un gesto de evaluación que implica cierto nivel de juicio frente a lo que se escucha.
–Nuestra gestualidad habla de nuestra animalidad.
–Absolutamente. Tiene fuertes raíces etológicas. Y todo está relacionado con las pulsiones básicas de la reproducción, la búsqueda del alimento y refugio. Además, cada época impone patrones de comunicación diferentes. Las clases altas, por lo general, ritualizaron su posición social a través de comportamientos no verbales de dominancia. Tienen muchos gestos de desprecio y disgusto. La actitud esnob de elevar levemente la cabeza y el mentón y mostrar las fosas nasales. Elevar el mentón es un gesto previo a la agresión.
–¿Cree que con estos conocimientos aprenderíamos a elegir mejores mandatarios?
–Absolutamente. Permiten saber cuándo se está mintiendo. La comunicación no verbal es una disciplina que se utiliza mucho en la construcción de la imagen de un político y en la preparación de testigos en juicios. Depende de la ética personal de cada uno entrenar o no a un político corrupto para que se muestre inocente y confiable.
–Cuando ve un discurso de la Presidenta, ¿qué interpreta?
–No. Como Paul Ekman, no opino sobre personas que están en este momento en un cargo público nacional.
–Una decisión acertada.
“La verdad está escrita en nuestras caras”
En la serie Lie to me (Fox, lunes a las 22, Fox.com/lietome), el actor inglés Tim Roth le pone el cuerpo al psicólogo Cal Lightman, un investigador que radiografía de arriba abajo el lenguaje corporal de toda clase de sospechosos. En realidad, el personaje está basado en el estadounidense Paul Ekman, catedrático de psicología de la Universidad de San Francisco, de 75 años, que lleva más de 40 estudiando las expresiones faciales de culturas de todo el mundo, intentando demostrar la universalidad de las emociones básicas.
Fuente: CRÍTICA DE LA ARGENTINA
IMPORTANTE: Las razas no existen. Estamos acostumbrados a hablar de la raza blanca, negra o oriental, pero es una diferencia cultural y no biológica. La causa es que todos venimos de una pequeña población del este de África que nació hace sólo 1unos 100000 años, un tiempo insuficiente para que se hayan podido formar grandes diferencias entre los grupos. Sin embargo, somos capaces de diferenciar de un vistazo a un africano, un europeo y un oriental. Pero, si nos fijamos bien nos daremos cuenta que esas diferencias superficiales tienen que ver con la adaptación al medio que nuestros antepasados sufrieron al poblar zonas extremas de nuestro planeta sin ninguna tecnología.
La expresión «yo no soy racista, pero…» es el primer indicativo de que probablemente nos encontremos ante una persona racista, asegura Esteve Espelt, autor del libro ¿Somos racistas? y profesor de Psicología Social y Comportamiento Colectivo de la Universidad de Barcelona (UB).
Sin embargo, esto no tiene nada de excepcional, ya que «en el fondo todos en determinados momentos podemos tener actitudes y conductas racistas».
El primer paso para superar los prejucios raciales y romper esta barrera -«social y cultural» pero no científica- es admitir nuestra debilidad, aconseja Espelt, quien señala que tampoco es extraño ver a antirracistas declarados cayendo en la trampa del ellos y el nosotros.
-¿Está creciendo el racimo en España?
-Sí, según las encuestas del CIS, desde 2001 han ido aumentando las actitudes contrarias hace la inmigración.
-¿La causa es que ahora convivimos más con personas de otras razas?
-Sí, ese elemento seguro que está. Antes parecía que aquí no fuéramos racistas y en el día internacional del racismo, el 21 de marzo, se hablaba de Martin Luther King, de Nelson Mandela y de Hitler. Pero claro, ahora los otros se acercan más y sí: hay más conflictos y lo que era latente sale más a la superficie.
-Pero si el racismo se basa en el prejuicio, ¿esto no debería hacernos menos racistas?
-Sí, claro, los prejuicios se reducirían si este convivir significara conocer más al otro. Pero no es suficiente vivir en el mismo espacio. A veces vivimos juntos y no nos conocemos y, al estar más cerca, es más probable que surjan conflictos y que aumente el racismo. En una situación idílica no sería así, pero no se da esta situación ideal.
-¿Continúan pesando más los estereotipos hacia el extranjero aunque compartamos escalera?
-Sí. Conocer a alguien de otra cultura, que tiene maneras distintas de actuar, es un esfuerzo que a veces no queremos hacer.
-Su tesis es que el racismo surge de la distinción entre nosotros y ellos…
-Y, sobretodo, de una jerarquía entre inferior y superior. El racismo puede definirse, de un manera más general, como una actitud negativa hacia un colectivo y como la ideología de la superioridad de una raza. Entre un extremo y otro hay muchos pasos intermedios, pero el inicio es el prejuicio, la actitud negativa hacia el otro por pertenecer a un determinado grupo.
-¿Existen las razas?
– La gravedad del holocausto nazi llevó a la Unesco a establecer que las razas no existen. No tienen sentido ni utilidad.
Entrevista completa en: La Vanguardia
«¿Acaso no escuchas? ¡Hace frío en la calle! ¿Quieres resfriarte de nuevo? ¡Ponte tu casaca antes de salir!» Esa puede ser una conversación habitual entre un padre y su hijo, especialmente cuando el padre siente que sus palabras entran por una oreja de su hijo y salen por la otra. Pero un nuevo estudio da luces sobre este fenómeno. El estudio sugiere que los niños guardan la información para usarla en otro momento.
El sicólogo Yuko Munakata de la Universidad de Colorado comentó al respecto: «Comenzamos el estudio previendo resultados totalmente distintos. Buena parte del estudio de los procesos cognocitivos en los niños los asumen como «versiones pequeñas de adultos», pero eso no es así. Sus formas de pensar son totalmente distintas a la de los adultos«.
Munakata y sus colegas diseñaron un juego de computadora y un dispositivo capaz de medir el diámetro de las pupilas de un niño (que es una señal de su esfuerzo mental) entre tres y medio y ocho años, con el objetivo de evaluar capacidades cognocitivas.
El juego tiene reglas simples e involucra a las preferencias de dos personajes de la televisión: Blue (del programa «Blue’s Clues«) y el popular Bob Esponja. Los investigadores les dijeron a los niños que a Blue le gustaba la sandía mientras que a Bob Esponja no. La regla era que cuando Blue aparecía seguido por una sandía, los niños debían apretar una cara feliz en la pantalla de la computadora. Si el que aparecía era Bob Esponja, entonces debían apretar una cara triste.
Los niños mayores no tuvieron problema en apretar las caras correctas, anticipándose a la aparición de la sandía. Los niños en edad preescolar (tres años) no podían anticiparse en absoluto, pero sí podían recordar la regla luego y actuar en consecuencia. En otras palabras: los niños pequeños no pueden hacer planes.
Cuando el padre le dice «busca tu casaca porque vamos a salir y afuera está haciendo frío» el niño no puede seguir ese razonamiento. Pero una vez que sale y siente frío, recuerda inmediatamente el consejo del padre y regresa por su casaca.
Entonces, para la próxima vez que usted planee darle una orden a su hijo de tres años o menos, será mejor que evite hacer referencias al futuro. Munakata recomienda en cambio probar algo distinto: «si sientes frío acuérdate que tu casaca está en tu dormitorio».
Información de LiveScience. Versión, edición y traducción de Sophimanía
Artículo original y completo (en inglés) aquí
Las víctimas del terrorismo afrontan los tratamientos psicológicos con cautela y recelo «porque se han visto muy manipuladas», según el estudio presentado por el psiquiatra Iñaki Markez en el 24 Congreso Nacional de Neuropsoquiatría que se celebra en Cádiz.
Markez ha explicado que las víctimas de terrorismo presentan un patrón de salud sensiblemente peor que la población general, ya que experimentan un sufrimiento crónico e incapacidad para expresar dolor.
En una encuesta realizada a más de 2000 ciudadanos del País Vasco y a 40 víctimas directas de la violencia terrorista, familiares de fallecidos en atentados terroristas o personas que han sufrido esos ataques, Markez ha analizado el resultado de esa violencia colectiva sobre la sociedad vasca en general.
En una entrevista con Efe, Markez comenta que «el sufrimiento crónico de las víctimas es extensible a toda la sociedad, y puede llegar a mitigarse con el tiempo, pero no desaparece».
No obstante, Markez asegura que «en el País Vasco no vivimos siempre con miedo como podría deducirse de algunos comentarios políticos o periodísticos».
Según Markez, la violencia colectiva (denominación clínica de la violencia terrorista) «no es una enfermedad, no existe la personalidad terrorista como pretenden algunos psicólogos: la violencia colectiva es un hecho sociopolítico pero que tiene consecuencias en la salud colectiva e individual de una sociedad».
Markez advierte sobre «el riesgo de considerar a los terroristas como enfermos» y denuncia que la polarización existente en el País Vasco, «a veces conlleva paradojas como condenar el terrorismo pero decir luego ‘es que en Madrid no nos hacen caso’, y esas contradicciones a nivel social perjudican la salud mental de un pueblo».
Sin embargo, Markez también ha expuesto que «el papel de la psicología en la violencia colectiva no es sólo detectar las deficiencias de salud mental, sino trabajar para superarlas».
«No se puede mejorar la salud mental colectiva con un diagnóstico pero individualmente la de las víctimas sí, y así también mejorará la salud mental de la sociedad en general», enfatiza el psiquiatra.
Markez también aboga por que en la sociedad en su conjunto se trabaje con políticas de perdón, el fomento de la tolerancia, la corresponsabilidad de un problema que es social y el fomento de conductas pro-sociales.
Fuente: adn.es
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Las creencias religiosas de mujeres jóvenes (adolescentes y veinteañeras) no tienen un peso decisivo a la hora de decidir si interrumpen o no su embarazo. Ésta es la conclusión de un estudio sociológico llevado a cabo por Amy Adamczyk, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, que señala que “las mujeres jóvenes y no casadas se enfrentan a una serie de factores sociales, económicos y de salud que hacen que sea difícil para ellas actuar de acuerdo a sus valores religiosos a la hora de decidir si interrumpen o siguen adelante con el embarazo”. De hecho, sus resultados muestran que las tasas de aborto son más altas en las mujeres que acuden o han acudido a escuelas privadas religiosas que sus compañeras de escuelas públicas.
La investigación de Adamczyk, que es pionera en su estudio del impacto de la religión sobre la decisión de abortar, se realizó con una muestra de 1.504 mujeres solteras que tenían entre 14 y 26 años en el momento en que descubrieron que estaban embarazadas. El estudio se publica en el Journal of Health and Social Behavior.
Fuente: sinc
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